Las
versiones fílmicas la muestran como un personaje romántico, pero
tuvo una vida dramática. Sufrió cautiverio, desarraigo y jamás
volvió a su tierra natal. A 402
años de su muerte, la controversia sobre su historia real sigue
enfrentando a los investigadores.
En
el film "Un lugar llamado Notthing Hill", Hugh Grant busca,
desesperado, a Julia Roberts. Sabe que está en el exclusivo hotel
Savoy, pero bajo un seudónimo que no conoce. Frente al conserje,
ensaya varios, sin éxito. Y el conserje, cómplice, le dice:
–¿Podrá
ser Pocahontas?
¡Y
era! ¡Happy
End!
Pero
Pocahontas,
que para más de medio mundo fue una princesa india de leyenda
(libros y cine), vivió,
sufrió y murió en este mundo.
Nacida
y llamada Werowocomoco en Virginia, entonces colonia inglesa, en
1595, murió el 21 de marzo de 1617 en Gravesend, ribera sur del
Támesis, Inglaterra. Hace
casi exactos 400 años. Y 403 que se casó con el inglés John Rolfe.
Sus huesos yacen en la iglesia de Gravesend, Kent.
Fue
la bellísima
hija mayor del gran jefe Wahunsonacock,
líder del pueblo indio de los Powhatansu, y de Nonoma Winanuske
Matatiske.
Su
verdadero nombre era Matoaka,
y su apodo, Pokahantesú. Que los ingleses convirtieron en
Pocahontas:
en lengua algonquina, significa "Divertida".
Paradoja:
muy
poco de divertido tuvo su vida, apagada apenas a los 21 años.
Su
pueblo, empujado por la conquista española, se asentó en Virginia y
Maryland, donde crearon con otras tribus la poderosa confederación
Tsenacommacah: 200 aldeas, 30 poblaciones, 15 mil almas en 20.500
kilómetros cuadrados, y una fuerte economía con base en el maíz y
el tabaco. Una
especie de nación feliz… Pero condenada a chocar con el hombre
blanco europeo. La verdadera raíz de la leyenda…
En
1995, el sello Disney
lanzó un romántico film sobre la vida de Pocahontas. Según
el guión, la princesa se enamoró del inglés John Smith
en pleno y ardiente conflicto entre los colonos de la Rubia Albión y
los pueblos indígenas, su
familia le salvó la vida, y Smith partió a su patria muy enfermo…
Pero
los hechos no sucedieron así.
En
1607, mientras colonos y nativos derramaban su sangre en luchas
continuas, John Smith, almirante y explorador, llegó a Virginia al
frente de cien hombres.
Un
día entre los días (bello giro de "Las Mil y Una Noches"),
mientras navegaba por el río Chickahominy, fue
capturado por una partida de los Powhatan y arrastrado a la casa de
la familia de Pocahontas.
En
este punto, el suceso se bifurca. Según Smith en su bitácora,
estuvo en una gran fiesta, y más tarde habló con el jefe indio.
Luego, en una carta dirigida a la reina Ana, cuenta
que Pocahontas se arrojó sobre él para protegerlo…
cuando
estaba a punto de ser ejecutado.
Pero otra versión dice que Smith urdió
esa mentira para lograr fama.
Además, Pocahontas tenía en ese momento…
¡12 años!
Mal podía haberlo salvado, y menos que a raíz de ese episodio
vivieran un romance.
En
1613, a sus 18 años, Pocahontas fue –como tantas veces– al
asentamiento inglés de Jamestown para ayudar a los colonos,
jaqueados por el hambre. Pero el 13 de abril de ese año, Samuel
Argall, oficial de marina y aventurero, la secuestró, y exigió como
rescate la libertad de prisioneros ingleses en poder de su padre.
La
princesa pasó un largo año en cautiverio… Pero otro inglés, John
Rolfe, rico plantador de tabaco, decidió hacerla su mujer, y logró
un acuerdo para liberarla a cambio de casarse con ella.
No
hay registro, además de esa promesa, de que Rolfe haya pagado dinero
por el canje. Aunque es probable: ¿porqué le interesaría esa boda
al aventurero Argall?
Y
así, Matoaka, y luego Pocanhontas,
fue bautizada en la fe cristiana
y pasó
a llamarse Rebecca.
Y el 5
de abril de 1614, en Virginia, se casó con su salvador.
Unión histórica: ¡el primer matrimonio registrado entre un europeo
y un nativa americana!
El
padre de Pocahontas no se opuso a la boda: los indios no condenaban
los matrimonios mixtos. En cambio, Rolfe tuvo que escribirle una
carta al gobernador de la colonia para conseguir su permiso. "No
me mueve un desenfrenado deseo carnal, sino el bien de la plantación,
el honor de nuestro país, la gloria de Dios, mi propia salvación, y
la conversión al verdadero conocimiento de Dios y Jesucristo de una
criatura no creyente, Pokahuntas".
La
unión sirvió para reducir las querellas entre indios y europeos
hasta la firma de la paz. Para mostrar el éxito de su empresa de
colonización en América, Rolfe no tenía nada mejor: una joven
"salvaje", convertida al cristianismo… y casada con un
inglés.
Como
"El buen salvaje": mito y lugar común del pensamiento y la
literatura de Europa en la Edad Moderna. Y subterfugio para anular su
rebeldía ante la colonización a sangre y fuego…
Dos
siglos después, durante la conquista del oeste norteamericano, no se
acudió a ningún subterfugio. El lema fue "el
mejor indio… es el indio muerto".
Y
otro día entre los días, Rebecca–Pocahontas
se topó, por azar, con John Smith.
Pero no dijo una palabra. Giró su cabeza y huyó. Hay otras
versiones, que nunca pudieron comprobarse con documentos históricos,
que señalan que en
ese encuentro podría haber surgido el romance
que Disney tomó y convirtió en una exitosa película de animación
infantil en 1995.
La
historia real, es la contracara de la versión del film de Disney.
"Siempre
quisimos hacer una historia tipo Romeo y Julieta, de dos persona
diferentes que se encuentran y chocan", dijo Peter Schneider,
jefe de la división animada de Walt Disney, el día del estrenó del
film.
La
princesa Pocahontas, en 1615 tuvo a su único hijo:
Thomas, y viajó a Inglaterra con su marido y diez indios powhatan.
En
Londres fue muy popular, y también muy apreciada por la sociedad
inglesa más inclinada a discriminar.
Y llegó a ser presentada ante el rey Jacobo I de Inglaterra y la
reina consorte, Ana.
Thomas
Rolfe fue educado en Inglaterra, y volvió a la colonia en 1640. Allí
hizo una gran fortuna e inició una de las familias más importantes
de Virginia.
En
1617, la familia Rolfe se embarcó con proa hacia Virginia. Pero la
princesa del pueblo Pohwatan no pudo ser de la partida.
Una altísima fiebre (tal vez viruela, neumonía o tuberculosis) se
la llevó.
Tenía apenas 21 años.
Tenía apenas 21 años.
Y
su vida no fue un cuento de hadas ni un film encantador.
Fue una historia de desarraigo, de trueque (usada como moneda de
cambio), y de muerte prematura.
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