Durante
el medievo, la organización política, social, económica y militar
de buena parte de Europa se basó en una relación contractual
conocida como feudalismo.
En
el año 476 d.C. el Imperio romano de Occidente, que venía
arrastrando una situación de decadencia desde hacía tiempo, se vio
finalmente superado por las hordas bárbaras y cayó.
La Edad Media comenzaba con una situación de inseguridad debido al
fin de las instituciones romanas que se habían instaurado en toda
Europa. Esta inestabilidad hizo que muchos campesinos buscaran la
protección de nobles y caudillos, que contaban con una tropa armada
propia, a cambio de distintas contraprestaciones. Surgía así el
sistema feudal como principal forma de organización social,
política, económica y militar cuyo desarrollo no llegaría hasta el
siglo IX, con la desintegración del Imperio
Carolingio.
Aunque
este nuevo sistema presentaba distintas particularidades en cada
país, siempre se basaba en los conceptos de feudo y vasallaje. El
feudo era un tipo de contrato por el que los grandes señores
concedían tierras en usufructo a cambio de un juramento de fidelidad
y servicio. Por otro lado, el vasallaje hacía referencia a la
relación entre señor y vasallo y a las obligaciones del segundo
derivadas precisamente del feudo. Aunque en un primer momento los
vasallos eran soldados de caballería
que recibían distintos beneficios a cambio de un servicio, el
término pasó a referirse a los nobles menores y a los hombres
libres que juraban fidelidad y ofrecían sus servicios a su señor a
cambio de protección.
A
los vasallos, que tenían la obligación de prestar asistencia
militar si eran convocados por su señor, se les otorgaba el control
de unos terrenos junto con los campesinos que los explotarían. Como
ya hemos dicho, esta cesión de terreno era el feudo o señorío.
Para sellar el acuerdo entre ambas partes, se celebraba una ceremonia
de homenaje en la torre homónima del castillo
del señor. El vasallo debía postrarse y colocar sus manos entre las
de su señor; el acuerdo se cerraba con un beso.
El
vasallo se beneficiaba de la explotación del feudo, aunque no poseía
los terrenis, y de la protección y estatus de su señor mientras que
los campesinos que formaban la gleba recibían tierras donde
trabajar, alimento y protección. El señor o soberano tenía sus
tierras labradas, recaudaba impuestos y contaba con un ejército
propio formado por sus vasallos y caballeros. Con el tiempo, la
propiedad de las tierras se hizo hereditaria y los lazos de vasallaje
debían renovarse en cada generación.
El
sistema feudal tuvo su máximo apogeo entre los siglos XII y XIII,
cuando se extendió a toda la sociedad. Se estructuró en un sistema
de clases cerradas con estructura piramidal en el que había unas
clases privilegiadas (nobleza
y clero) a las que el rey concedía los feudos. Por debajo se
encontraban los campesinos libres y los siervos, en una situación
muy próxima a la esclavitud
y que les ligaba a la tierra.
Con
el paso del tiempo, el feudalismo fue deteriorándose y dejando paso
a nuevos sistemas sociales y económicos más modernos. La caballería
desapareció conforme surgían nuevas técnicas militares como los
cañones o las armas de fuego, las obligaciones militares empezaron a
pagarse en metálico en lugar de con tierras y en las ciudades cada
vez más pobladas surgió una nueva clase social que no se conformaba
con el sistema feudal: la burguesía.
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