Marcel
Duchamp (1887–1968)
era
un grandísmo aficionado al ajedrez.
Pasaba horas y horas frente al tablero buscando estrategias para
poder vencer a todos los adversarios con los que se enfrentaría.
El
artista francés aparte de sus escandalosas proezas, entre ellas
vestirse de su alter ego, Rose
Sélavy,
Duchamp compitió en el equipo francés durante las Olimpiadas
Internacionales de Ajedrez.
En
su faceta como pintor, que hubo de simultanear con el trabajo de
caricaturista, pasó rápidamente por todas las tendencias artísticas
en boga –impresionismo, postimpresionismo, fauvismo, cubismo– sin
comprometerse con ninguna; este afán experimentador e inquieto iba a
ser una de las constantes de su fecunda trayectoria. Es
considerado el artista más influyente del siglo XX. Se adelantó al
arte conceptual, elevó el objeto cotidiano a categoría de arte y
cambió radicalmente la idea de la belleza. Nunca
abandonó el mundo del arte del
todo aunque acabó repudiándolo. Tampoco se apagó jamás su
legendario sentido del humor… La lápida de su tumba dice: «Por
lo demás, siempre mueren los otros».
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