Narradora
italiana
cuyas novelas vinculadas a las tradiciones rurales y arcaicas de
Cerdeña le hicieron acreedora al premio
Nobel de 1926.
Como el ambiente sardo no podía ofrecerle la posibilidad de estudios
regulares, vedados a las mujeres de la época, la escritora se forjó
una cultura autodidacta, desordenada y en cierto modo poco profunda.
A los diecisiete años, con esas escasas herramientas, escribió
cuentos que se publicaron en magazines dedicados a temas femeninos.
Casada,
se trasladó a Roma en 1900, cuando comenzaba a aparecer por entregas
en la Nueva Antologia una de sus novelas más notables, Elias
Portolu, que editó como libro en 1903. Antes había publicado
Flor de Cerdeña (1892) y Las vías del mal, que fue
reseñada por Luigi Capuana. La lejanía de la Cerdeña le permitió
tomar distancia del regionalismo y del folclore sardo, que se
convirtieron en el entorno fabuloso y mítico que impregnó las
novelas que, a partir de 1900, publicó casi cada año. Destacan
entre ellas Cenizas (1903), La hiedra (1906), Cañas
al viento (1913), Mariana Sirca (1915) o La madre
(1920).
No
resulta fácil catalogar la escritura de Grazia Deledda. Su
temperamento romántico y en cierto modo adolescente recreó
argumentos tomados de las historias orales de su isla natal. Fundidas
con una lectura atenta de los textos bíblicos y de los novelistas
europeos de su tiempo, las historias alcanzaron un fondo moral que
trasciende la literatura naturalista a la que, en rigor, pertenecen.
Fue
indiferente, sin embargo, a las consideraciones "científicas"
de Émile Zola, a la impersonalidad del verismo o a la dimensión
política y social de la novela realista. Deledda reproduce el mundo
a su manera recreándose en un casi idéntico nudo dramático: el
estrecho círculo de tradiciones y valores religiosos como escenario
de pasiones sin salida que precipitan los personajes hacia la culpa y
el consecuente castigo. La influencia decadentista de Gabriele
D’Annunzio en los últimos años fue más un ambiente, una
escenografía, que una meta.
Con
estas herramientas, Deledda pasó de las aventuras románticas a las
narraciones con profundidad psicológica que no pertenecen por entero
a ninguna tradición literaria. En su época gozó de una inmensa
fama, incrementada por el éxito de Cenizas (filme que
interpretó Eleonora Duse) y el premio Nobel que la consagró como
una escritora de proyección mundial.
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