Erika
Ewald es una muchacha vienesa soñadora, con alma de artista, que
enseña piano y que lleva una existencia rutinaria, sin secretos ni
sorpresas, a no ser por los momentos que pasa con un joven violinista
con quien comparte la pasión por la música. En “El amor de Erika
Ewald” Zweig describe magistralmente las sutilezas de esta relación
—una nueva "educación sentimental"—, con una mirada
irónica y siempre atenta al juego de paradojas tensadas entre una
vida que discurre anodina y la fuerza de unos sueños frustrados por
el peso de la realidad.
Con
la colaboración del CAL (Centro Andaluz de las Letras).
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