Medievalista,
crítico literario y filólogo. Su vida casi alcanzó el siglo
en plenitud. Para entender tan vasta panorámica concentrémonos en
el punto de vista interpretativo que aclare sus claves biográficas.
Intentemos dar con alguna, comenzando por las aparentes
contradicciones. Primera, a pesar de ser un experto en literatura
medieval, su interés fue siempre el trato y estudio de la lengua
viva; más aún, jugando con las palabras, acertaríamos mejor
calificándole de renacentista, antes que de medievalista, a la vista
de sus muchos intereses. Segunda, pese a radicar gran parte de sus
quehaceres en el entorno de Hita y de Castilla la Nueva, ni sintió
ni se prestó nunca a la querencia regionalista, levantando siempre
la mirada hacia consideraciones universales. Tercera, siendo hombre
de letras, buscó la alianza con las disciplinas de ciencias, en
especial con la ingeniería. En fin, la vocación pedagógica, la
edición crítica de textos centenarios, el estudio del origen del
español, el análisis lingüístico, la dedicación lexicográfica,
todo ello lo practicó con un espíritu de auténtica modernidad.
La
semilla que crece y evoluciona es la del estudioso de la lengua, con
trabajos relevantes sobre el verbo español y, en concreto, con su
propuesta de índice
verbal
(1953), una suerte de lupa segura para el filólogo en tanto que
detective de la historia de la literatura; también con iniciativas
orientadas a la unidad de la lengua, gracias a la creación de la
Oficina Internacional de Información y Observación del Español (en
1964; y, en su seno, de la Escuela de Investigación Lingüística),
cuyo Consejo reunió a lo más granado de la filología hispánica
peninsular, europea e hispanoamericana; y gracias a la creación,
también suya, de Hispanoterm, Centro de Terminología Científica y
Técnica del español (en 1974), con innovaciones panhispánicas, de
coalición con las demás lenguas románicas y sin desdén casticista
ante la supremacía del inglés. Hemos dicho ya que su preferencia se
decantaba por la lengua viva y eso tanto mira al pasado como al
presente. Hacia atrás, la lengua más viva es la de los diálogos:
Criado de Val leyó e interpretó originalmente las obras del
Arcipreste de Hita y de Cervantes como la de los creadores del
coloquio literario en castellano. Hacia el presente, el profesor
Criado fue el precursor, en TVE, de los programas didácticos del
español entre 1969 y 1978 (uno precisamente titulado Lengua
viva).
La intuición poderosa acerca de la trascendencia del diálogo como
máxima creación estilística de Castilla la Nueva, en el Libro
de Buen Amor,
en El
Quijote,
es la que fecunda su precioso ensayo Teoría
de Castilla la Nueva
(1960), donde opone el universo irónico y dialogante de una Castilla
que gira en torno a Toledo, al de la literatura épico-heroica y
mística de la que llama Castilla nórdica, la de Ávila o Burgos. De
la lengua histórica a la lengua viva, de la lengua viva a la
exaltación del coloquio: el siguiente paso lógico es subir el
diálogo a la escena. Criado de Val recrea de su propia mano
infinidad de temas medievales y los lleva a las tablas, año tras
año, desde 1961 hasta ayer, bajo el cielo estrellado en la hermosa
plaza de Hita, durante el Festival Medieval, otra de sus iniciativas
precursoras que han imitado luego en muchos lugares de España. Es
también, así pues, nuestro inquieto renacentista, un verdadero
hombre de teatro.
La
mirada vasta y limpia, el aprecio por lo interdisciplinar y la
confianza en el diálogo hacen que Criado de Val dedique los últimos
años de su vida a poner a historiadores, arqueólogos, lingüistas,
ingenieros y cartógrafos de acuerdo en un proyecto sugestivo que
bautiza con el nombre de caminería hispánica, centrando la historia
en las redes viarias de España y de ultramar, nueva iniciativa
panhispánica que secundan hoy universidades de Colombia, Ecuador y
México.
Resta
señalar una presencia y una circunstancia que le han acompañado
durante casi toda su vida: Isabel, su mujer, y el CSIC. Con todo,
queda una contradicción sin resolver: cómo un hombre de tal
trayectoria quedó al margen de los diálogos de la lengua en la Real
Academia Española. Fue, como sus queridos Arcipreste de Hita y
Cervantes, hombre humano, verdadero, alegre, cordial y de gran
inteligencia, pero, también como ellos, un esencial independiente.
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