La
monarquía como sistema de gobierno arranca en el seno de
civilizaciones de Mesopotamia y Egipto. Pero la casa imperial
japonesa es la monarquía moderna más antigua del mundo que hoy se
mantiene en el trono.
Japón
es la única nación moderna que aún se refiere al jefe de su
familia
real como emperador,
quien
es el jefe de Estado y la máxima autoridad de la religión ancestral
shinto.
En
japonés, el emperador se llama tennoo
“soberano del cielo”, algo que remite a la
idea de que la familia imperial desciende de los dioses.
El
Imperio nipón se remonta hasta la fecha mítica del 11 de febrero
del 660 a.C. y su emperador actual Akihito es el número 125 de una
línea sucesoria que se remonta a la fundación del país, en el
siglo VII antes de Cristo por el emperador Jimmu, de quien la leyenda
dice que descendía del Sol.
Aunque
lo relativo a los
primeros 25 monarcas está envuelto en un halo de misterio,
hay evidencia histórica de una línea hereditaria continua desde el
año 500 de nuestra era hasta hoy.
Algunos
historiadores consideran que los catorce primeros emperadores son más
bien personajes legendarios que reales ("así es fácil tener la
dinastía más antigua del mundo", opinará alguno).
A
lo largo de la historia las mujeres podían ascender al trono y
gobernar por derecho propio, pero solo han existido ocho
emperatrices.
Hasta
el siglo
XX,
los emperadores japoneses solían tener una esposa oficial y varias
concubinas, todas de familias nobles. Akihito
ha sido el primer emperador al que se permitió casarse con una
plebeya
y contrajo matrimonio con Michiko Shoda, después de conocerla en
1956 en una cancha de tenis.
En
el siglo
XXI,
la ley sálica vigente en el país establece que sólo heredará el
título de emperador un descendiente varón, aunque Japón se planteó
cambiar las normas para que pudiera heredar una mujer.
Hasta
la Segunda
Guerra Mundial,
el emperador japonés era casi un semidiós para su pueblo.
La
derrota en el sangriento conflicto obligó a los emperadores a dejar
de ser vistos así, pero no por ello rechazaron las tradiciones
ancestrales que con tanto ahínco habían guardado. Una de esas
tradiciones, por ejemplo, tuvo en vilo a todo Japón hasta 2006.
Debido a que las mujeres no podían heredar el trono, había
riesgo de que la dinastía se extinguiera debido a que en la familia
imperial había ocho princesas pero ningún varón.
Para tranquilidad del pueblo nació Hisahito, que se coloca tercero
en la línea de sucesión.
El
trono del crisantemo
A
menudo, de manera metafórica, se denomina a la monarquía
nipona como la del trono del Crisantemo o la dinastía del Crisantemo
por ser éste su símbolo nacional.
Pero
en realidad sí existe un
trono de crisantemo real, una silla de ornato llamada takamikura
en la que el emperador se sienta durante la ceremonia de coronación.
La
japonesa es una de las monarquías más opacas y tradicionalistas del
mundo, con un severo protocolo del que no escapa nadie.
Una
de las muchas curiosidades sobre la monarquía nipona es cuando
muere un emperador, en el Japón moderno, le cambian su nombre para
reflejar la era en la que reinó.
Akihito será renombrado como Heisei (“paz en todas partes”). Su
era comenzó en 1989. Su padre, el emperador Hirohito, que reinó
durante la guerra, fue llamado de manera póstuma Showa, que
significa “Japón radiante”.
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