Director
teatral francés.
Influyó de modo determinante en las reformas teatrales del siglo XIX
que derivaron de las ideas naturalistas de Émile
Zola,
expresadas en su artículo de 1881 El
naturalismo en el teatro.
A través del Théâtre Libre de París (1887-1894), se anticipó
además a las teorías que posteriormente concretaría Stanislavski,
creador del método que lleva su nombre. Paradigma del teatro
naturalista, Antoine puso en escena a los principales autores de esa
corriente (Strindberg, Ibsen, Zola), creó el concepto de "cuarta
pared" y exigió a sus actores que ignorasen la presencia del
público y que trataran de conseguir una plena identificación con
sus personajes, a fin de lograr una mayor verosimilitud; intentó
asimismo el máximo detalle corpóreo en la escenografía, rompiendo
con los decorados pintados.
Impulsor
del realismo psicológico y de la dicción, y enemigo de la
declamación puso al desnudo todos los artificios de las fórmulas
antiguas, arrojó fuera las complicaciones, los trucos, los golpes
efectistas, la ampulosidad, las largas tiradas, la verborrea de la
pieza de intriga; mostró la vanidad de las maquinarias complicadas y
las exhibiciones sensacionalistas. Reconstructiva, la obra de Antoine
creó el gusto por la acción simple, rápida, concisa y visual,
tanto en gestos como en actitudes y en palabras, buscando sus
motivaciones en los caracteres y no en los enredos de la situación,
interpretando las obras sin muletilla, con naturalidad y en medio de
un marco expresivo.
Su
estética realista había partido del trabajo de la compañía del
Duque de Meiningen, pero fue más lejos que este mostrando al público
los tipos y los personajes tal cuales eran, con su vulgaridad y su
sordidez. Antoine hacía que sus actores desapareciesen detrás del
personaje, al contrario que los divos; para ello se valió siempre de
actores aficionados y modestos. Intentaba dar la impresión al
espectador de sorprender los secretos de los personajes como si los
mirase a través del ojo de una cerradura y contemplase un trozo de
vida (une tranche de vie) palpitante y real.
Su
juego escénico naturalista, antiespectacular y verista, no dudaba en
trasladar al escenario todo tipo de enseres y objetos de la realidad
cotidiana, que chocaban con la escena de cartón y los telones
pintados habituales en la época. Colgaba trozos de carne fresca para
ambientar una carnicería, los actores manipulaban comida verdadera,
se oían los ruidos de la vida real. Sus puestas en escena
significaron un antes y un después en el teatro occidental.
Su
modo de trabajar basándose en la ley del conjunto, a la que
subordinaba los divismos actorales, preludió el papel del director
contemporáneo que busca la autenticidad y la honestidad profesional.
El interés para acudir a sus representaciones debía basarse en algo
más que en los nombres de los actores. Antoine cuidaba personalmente
de la fidelidad histórica del vestuario, acordándolo con la
categoría social del personaje. Terminó con el vicio de los
parlamentos dichos ante las candilejas en busca del aplauso fácil, y
repartió el movimiento de los actores por todo el escenario, aunque
quedasen de espaldas al público si ello era adecuado a una mayor
naturalidad con respecto a la posición de los otros personajes.
Suprimió las candilejas, lo que le motivó no pocas críticas, y
buscó la intensidad emocional mediante luces indirectas.
Su
visión teatral se proyectó en toda Europa: Rusia (Stanislavski y su
Teatro de Arte), Alemania (Otto Brahm y su Freie Bühne), Gran
Bretaña (Independent Theater de Londres), España (María Guerrero y
Fernando
Díaz de Mendoza
incorporaron algunos de sus principios).
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