Las
criaturas mitológicas, producto de nuestra imaginación, son
especialmente excitantes si se trata de seres que pertenecen al mundo
animal o si son híbridos entre animales y humanos.
Aunque
todos los protagonistas de mitos y leyendas están impregnados de
fantasía, hay un tipo de
personajes que consiguen disparar aún más nuestra imaginación por
su condición de híbridos fabulosos. Son aquellos seres mitad
animales, mitad humanos que escriben historias llenas
de magia. Entre ellos están las sirenas, unas espléndidas criaturas
hipnóticas que aparecieron por primera vez en una isla de Italia.
Griegos y egipcios las imaginaron con rostro y torso de mujer y
cuerpo de ave, pero pasarían a nuestro imaginario con cola de pez en
lugar de cuerpo de ave, tal como empezaron a describirlas los
primeros textos escritos donde aparecen, como la Odisea de Homero,
donde se advierte de los peligros del seductor canto de estas
criaturas que se encuentran entre dos mundos. Su tarea es embelesar a
los marineros para que naufraguen, pero sus malas intenciones no son
lo primero que asociamos a ellas, gracias a la protagonista del
cuento de Andersen La sirenita, que hace precisamente lo
contrario: salvar a su amado príncipe de un naufragio.
También
con bello rostro de mujer y cuerpo de ave dibujaba Hesíodo a las
arpías, que se valían de su capacidad de volar para robar comida.
Sin embargo, en versiones posteriores se
transformarían en criaturas maléficas con horrendo rostro femenino
y afiladas garras
que traían consigo toda clase de males, como pestes y otras
enfermedades. En el lado de los “mitad hombres, mitad animales”
con carácter, pero de buen corazón, encontramos a algunos de los
míticos centauros, con rostro y tronco humanos sobre patas de
caballo.
Aunque muchos de ellos eran considerados salvajes e indisciplinados,
han pasado a la historia literaria algunos como Folo o Quirón: el
primero, un amable amigo de Heracles que fue considerado un gran
sabio; el segundo, maestro de héroes como Aquiles, Ajax o Teseo,
entre otros, que además de buen preceptor sería un excelente
médico.
Pequeños seres de los bosques
Si
los mares, las puertas del inframundo y las islas recónditas son
terreno fértil para la presencia de criaturas fantásticas, los
misteriosos bosques también están llenos de seres mágicos. Allí
habitan los gnomos,
prácticamente desconocidos en España hasta que llegó a nuestras
pantallas la serie David
el gnomo
pero muy populares en la mitología nórdica y centroeuropea desde
hace siglos. El alquimista
Paracelso
los describía en el siglo XVI como seres fantásticos que podían
desplazarse por el interior de la tierra y eran buenos conocedores de
sus secretos, siendo los guardianes del oro y la plata. Tanto por su
aspecto como por su labor, son muy distintos de los elfos de la
mitología germánica y escandinava, quienes viven cientos de años
en los bosques, fuentes o cuevas, tienen poderes sobrenaturales y
resultan inconfundibles gracias a sus largas orejas puntiagudas.
Muy
parecidos a ellos, los
duendes comparten con los elfos la característica forma de la oreja.
Su labor es cuidar de la naturaleza y del bosque, aunque se los
asocia con frecuencia a las casas, y de hecho se cree que están
relacionados con los dioses domésticos menores del Imperio romano,
los genium
loci,
cuya misión era proteger el hogar.
Un tipo de duende que en el norte de España se ha hecho muy popular
son los traviesos trasgos, que disfrutan con bromas como cambiar las
cosas de lugar. Y también relacionados con los elfos, ya que se cree
que son descendientes de ellos, en los mundos fantásticos
encontramos con frecuencia a los drows, unas criaturas subterráneas
que cuando tuvieron la opción de elegir entre el bien y el mal se
decantaron por lo segundo y fueron expulsadas a las cuevas del
subsuelo. Uno de sus poderes es la visión infrarroja, ya que la luz
blanca
les ciega por vivir en tinieblas.
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