Aparte
de la música sacra, preferida por nobles y religiosos, el pueblo
gustaba de las canciones profanas que componían y cantaban los
trovadores.
Durante
la Edad Media,
los
cantos gregorianos fueron la música sacra más importante y más
escuchada por nobles y hombres y mujeres de Iglesia.
Tanto los monjes como los religiosos de muchas congregaciones
componían aquella música, que ha llegado hasta hoy y se continúa
apreciando, para hacer más solemne la liturgia. Sin embargo, las
melodías preferidas por el pueblo eran las profanas, aquellas que
tañían y entonaban los trovadores y, siglos más tarde, sus
sucesores, los troveros.
Producción
de la trova medieval
Los
primeros eran poetas
y músicos
que interpretaban sus cantos en las cortes europeas en torno al siglo
XI.
Han llegado hasta nosotros más de 275 canciones de distinto tipo:
cansó
(dedicada al amor), sirventés
(alabanzas al noble que sostiene al trovador) y canción del alma
(despedida del amante). Los troveros tomaron el relevo en el siglo
XII, pero su público estaba más vinculado a la burguesía. Estos
últimos nos legaron un repertorio de 275 melodías de distinta
temática, como el laís
(queja amorosa) o la canción de mal casada (las protestas realizadas
por una mujer desposada con un hombre mayor).
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