Dramaturgo
norteamericano, ganador en cuatro ocasiones del premio
Pulitzer y del Nobel de Literatura en 1936, en su obra refleja los
problemas y emociones del ser humano. Es el introductor del realismo
psicológico y dramático en el teatro estadounidense.
Su
juventud aventurera no sólo le suministró las primeras experiencias
a utilizar en las obras con que se dio a conocer, sino que le valió
también para enfrentarle con los problemas que plantea el contraste
entre el destino y la naturaleza del hombre y que constituyen el
centro de su obra, entendida no en sus relaciones humanas, sino en
las relaciones entre el hombre y algo que puede llamarse Dios o Hado.
En
general, sus obras cuentan con personajes que viven en los márgenes
de la sociedad y que luchan por mantener sus esperanzas y
aspiraciones, aunque suelen acabar desilusionados y cayendo en la
desesperación. Explora las partes más sórdidas de la condición
humana.
Considerada
en su conjunto, su obra se nos aparece desigual por su mismo
carácter experimental debido a un temperamento fundamentalmente
poético, que ha buscado a menudo un modo de expresión violentando
la forma misma del arte dramático hasta triturarlo. No obstante, ese
temperamento poético impregna los dramas de O'Neill de una sustancia
humana y de pensamiento que hace de él el más importante de los
dramaturgos de los Estados Unidos, el iniciador de un auténtico
teatro norteamericano y el primero que alcanzó, en el nuevo
continente, una resonancia internacional, que le fue reconocida con
la concesión del Premio Nobel.
Tal
vez su obra más conocida sea A
Electra le sienta bien el luto.
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