Poeta,
narrador, dramaturgo, periodista y diplomático guatemalteco
considerado uno de los protagonistas de la literatura
hispanoamericana del siglo XX. Precursor de la renovación de las
técnicas narrativas y del realismo mágico que cristalizaría en el
posterior «Boom» de la literatura hispanoamericana de los años 60,
con su personalísimo empleo de la lengua castellana construyó uno
de los mundos verbales más densos, sugerentes y dignos de estudio de
las letras hispánicas.
Según
Albízurez Palma, un exhaustivo estudioso de la trayectoria de
Asturias, "Como poeta lírico, ha dejado constancia de sus ricas
posibilidades en variedad de creaciones, algunas de temas íntimos,
otras vinculadas a temas folclóricos, otras políticos, otras con
sugestiones mágicas, barrocas y de sorprendente fuerza imaginativa.
Como dramaturgo, creó un teatro tocado por el realismo mágico,
denso en significación humana y de notable poderío verbal. Como
narrador, Asturias alcanzó su máximo prestigio. Sus novelas y
cuentos revelan una apasionada y subjetiva captación de la realidad
en diversas facetas: la tragedia de las dictaduras, el mundo mágico
del indígena, el mundo de magia y ensueño de la niñez, las
tradiciones de Guatemala; en sus novelas asoman los influjos
entremezclados de diversas tendencias, movimientos y corrientes
literarias".
Su
primer libro importante es Leyendas de Guatemala (1930),
conjunto de relatos entre lo mágico y lo legendario que apareció en
París con un prólogo de Paul Valéry, y que pertenece a su primer
ciclo junto con las novelas El Señor Presidente (1946) y
Hombres de maíz (1949).
El
Señor Presidente tiene como asunto la vida en Guatemala durante
la dictadura de Estrada Cabrera; el tema del dictador se desarrolla
con un estilo riquísimo y una técnica expresionista y onírica que
refleja la influencia de las vanguardias europeas. Sobre esta novela
dijo el autor: "a través de mi piel se filtró el ambiente de
miedo, de inseguridad, de pánico telúrico que se respira en la
obra". En Hombres de maíz se puede ver el realismo
mágico que subyace en toda su creación literaria. Representa,
además, una consideración acerca del desarrollo de la humanidad
desde una sociedad primitiva, analfabeta, y desde el mundo actual,
liberal y capitalista.
En
el género del cuento escribió además Week-end en Guatemala,
(1955), El espejo de Lida Sal (1967) y Tres de cuatro soles
(1971). Junto a las novelas mencionadas merece destacarse su trilogía
sobre la explotación bananera llevada a cabo por las compañías
yanquis: Viento fuerte (1950), El Papa verde (1954) y
Los ojos de los enterrados (1960). Completan su obra narrativa
El alhajadito (1961), Mulata de tal (1963), Maladrón
(1969) y Viernes de dolores (1972).
En
teatro merecen citarse Soluna (1955), La audiencia de los
confines (1957), Chantaje (1964) y Dique seco
(1964). En poesía, Anoche, 10 de marzo de 1543 (1943), Sien
de alondra (1948), Ejercicios poéticos en forma de soneto
sobre temas de Horacio (1951), Alto en el sur (1952),
Bolívar, Canto al libertador (1955), Nombre custodio e
imagen pasajera (1959) y Clarivigilia primaveral (1965).
En ensayo, El problema social del indio (1923), Arquitectura
de la vida nueva (1928), Carta aérea a mis amigos de América
(1952) y Latinoamérica y otros ensayos (1968).
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