Este
mes leemos “La tía Tula” de Miguel de Unamuno.
Según
su autor es «la historia de una joven que, rechazando novios, se
queda soltera para cuidar a unos sobrinos, hijos de una hermana que
se le muere. Vive con el cuñado, a quien rechaza para marido, pues
no quiere manchar con el débito conyugal el recinto en que respiran
aire de castidad sus hijos. Satisfecho el instinto de maternidad,
¿para qué perder su virginidad? Es virgen madre». Pero sobre este
cañamazo argumental teje Unamuno una obra cargada de sentidos
plurales: Tula, la protagonista, que encarna la concepción
tradicional de la familia y de la mujer y que es, a al vez, víctima
de ella, ejemplifica la figura del agonista unamuniano dividido en
mil contradicciones, por lo que se
añaden elementos recurrentes: la lucha
por la fe religiosa, el dilema entre el mérito y el reconocimiento
exterior o el histrionismo, la sinceridad de la vida moral y la
conciencia del dolor.
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