Algunos personajes ilustres tuvieron una muerte por decirlo de alguna
forma… curiosa. Hoy le toca el turno a Sir FRANCIS BACON cuyo paso al
Más Allá se debió a su CURIOSIDAD CIENTÍFICA.
Escritor, filósofo, político, abogado y científico nació en Strand
(Inglaterra) el año 1561. Es uno de los padres del empirismo y del
posterior método científico que tanto hizo avanzar la ciencia. De salud
delicada desde la infancia, estudió en Cambridge, donde llegó a la
conclusión de que los métodos y resultados empleados hasta entonces en
los estudios de las ciencias eran equivocados. Veneraba a Aristóteles
aunque no estaba de acuerdo con su filosofía. Según Bacon, la verdad no
proviene de la autoridad sino que es fruto sobre todo de la experiencia.
Años después se le reconoció haber aportado a la Lógica el método
experimental inductivo. Sus escritos se suelen dividir en políticos,
literarios y filosóficos, destacando entre estos últimos: el avance del
saber (1605) y Novum Organum (1620). A mediados del siglo XIX apareció
una teoría conocida como “baconiana”, que reconoce al propio Bacon como
autor de la obra teatral de Shakespeare, aunque la mayoría de estudiosos
la rechazan.
Pero volvamos al inicio y veamos cómo esa curiosidad científica provocó su muerte:
Una tarde de 1626, mientras caminaba con unos amigos hacia Highgate,
tuvo la inspiración de que la nieve conservaría la carne como lo hacía
la sal con los alimentos. Dicho y hecho, buscó en una granja de aves, un
pollo, lo rellenó con nieve y esperó durante horas que se congelara.
Pero eso no ocurrió, y para desgracia de Bacon, unos días después
enfermó de gripe que se complicaría con una neumonía causándole la
muerte.