EL CAFÉ: BREVE HISTORIA


Los humanos bebemos unas 500.000.000.000 tazas al año, desde las colinas de Etiopía, hasta los suntuosos locales vieneses, la mitad de ellas con el desayuno. La droga legal más consumida en el mundo, y difícilmente podría nuestra civilización funcionar sin sus adictivos efectos. 
Los efectos del café en nuestro cerebro, se deben a la acción de una sustancia alcaloide xantina llamada cafeína y descubierta en 1819 por el científico alemán Friederich Runge. La misma sustancia, cuya fórmula química es C8H10N4O2 , se encuentra presente en otros productos como en el guaraná y en el té, por lo que algunos, erróneamente, le llaman guaranina o teína. La cafeína es una droga psicoactiva y estimulante, esto es, que actúa sobre el sistema nervioso central, lo cual tiene como consecuencia cambios temporales en la percepción, ánimo, estado de conciencia y comportamiento del consumidor.


Los humanos llevamos consumiendo café casi un milenio, aunque es prácticamente imposible señalar una fecha exacta. Como suele suceder en estos casos, varias versiones sobre su origen claman por la supremacía, ninguna con evidencia palpable, pero en lo que sí están de acuerdo, fue que el primer sitio donde se consumió fue en las colinas de Etiopia, donde el arbusto todavía crece de manera silvestre. Una de las leyendas más conocidas, probablemente porque tiene sentido, es que un pastor de cabras, un tal Kaldi, observó que sus animales no dormían por la noche después de comer las hojas de un arbusto en particular. Curioso por el resultado, recogió algunos de los frutos de la planta y se los llevó al abad de un monasterio cercano, quien preparó una infusión con ellos y descubrió que producía el mismo efecto en los humanos, una chispa de energía extra que venía muy bien a los monjes del monasterio durante las largas vigilias de oración. La voz del hallazgo no tardó en correrse y hacia el siglo XIV el café se cultivaba y consumía también en la península arábiga, y para el siglo XVI, ya se conocía en Egipto, Siria, Persia y Turquía, países en los que aún goza de mucha popularidad.
De Etiopía, el café llegó a los árabes por el puerto de Mocha, en la esquina de la Península arábiga donde el Mar Rojo abre sus puertas. Las primeras cafeterías abrieron en aquella zona, en el actual Yemen, donde la gente de menos recursos podía degustar la bebida mientras los ricos lo hacían en los salones de sus palacios especialmente diseñadas para el placer de su consumo. El mundo musulmán tuvo una influencia decisiva en la expansión del café, al descubrir los seguidores del profeta Mahoma que sus efectos excitantes bien podrían sustituir a los del vino, prohibido por su religión. De hecho, muy probablemente, el origen del nombre “café” deriva del término árabe qahhwat al-bun, que significa vino de la baya.
Los comerciantes europeos pronto pusieron el ojo en esta bebida oscura con efectos estimulantes. En 1615, el café llegó a Venecia, donde en un principio algunos curas condenaron al café como “bebida agria de Satán”, por lo que pidieron la intervención del Papa en el asunto. Clemente VIII, antes de dar su veredicto, decidió probarlo el mismo. Lo encontró tan agradable y gratificante que le dio su bendición, y con ella, el café se expandió por el resto del continente atrayendo a sus pies a artistas, intelectuales, revolucionarios, y a candidatos eternos a esos títulos. Los holandeses fueron los primeros en cultivarlo en el continente, en invernaderos para ser exactos, pues la planta del café necesita de un clima cálido, antes de llevarlo a su colonia en Java, donde esclavizaron a la población para trabajar en sus plantaciones. Italia sigue siendo un gran consumidor del elixir, y nada más en la modalidad de espresso, los baristi sirven 14 mil millones de tazas al año aunque, curiosamente, los finlandeses son los mayores consumidores per cápita del mundo.
Pocas vidas no son tocadas por la magia irresistible del café, y cada vez son menos. El floreciente negocio de las cafeterías gourmet iniciado en los Estados Unidos, se ha contagiado a prácticamente todo el planeta y disfruta una tasa de crecimiento del 7%. 
Seguiremos bebiendo esta pócima estimulante, ya sea para despertarnos, o para acompañar una grata conversación ya que es parte de nuestra historia y de nuestra civilización.
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