LA HISTORIA TRAS LA HISTORIA
Martin
” Khuu, Khuu, Khuu”
Tras el espectacular final de la cuarta temporada de Juego de tronos,
dejandonos durante algo menos de un año huérfanos de la serie de la HBO.
Pero para ir matando el gusanillo aquí tenéis una nueva entrega de
aquellos elementos de la historia fantástica que pueden no haberlo sido
tanto… recordad:
“ VALAR MORGHULIS”
LA GUARDIA DE LA NOCHE – LOS CABALLEROS TEMPLARIOS:
En 1.118 se crea una orden medieval denominada Los Pobres Caballeros de
Cristo (más conocidos como la orden del Temple o los Templarios). El
nombre se debe al establecimiento de la orden muy cerca del Tempo de
Salomón en Jerusalén. Originariamente contó con tan sólo nueve
caballeros, todos ellos de procedencia franca, que tenían como objetivo
la recuperación y protección de los santos lugares de la cristiandad.
Sin embargo, este colectivo de monjes guerreros fue creciendo hasta
constituirse en una notable fuerza militar y económica que controlaba
multitud de puntos estratégicos. En este momento, todo lector de las
novelas habrá comenzado a establecer paralelismos con los hermanos de la
Guardia de la Noche. Por si no fuera así sigamos, ambos son órdenes que
fueron movilizadas lejos para proteger ciertos lugares importantes. En
uno y otro caso se trata de comunidades bastante herméticas y donde se
impone el voto de austeridad y castidad a sus miembros. Pero las
similitudes nos terminan aquí, los Templarios estaban constituidos en
jerarquías (sirvientes, mozos de almacén, guerreros…) muy bien
establecidas, rangos parecidos a los de la hermandad de la ficción.
Finalmente, los dos grupos coinciden en su fama de neutralidad política
además de por ser grandes constructores; dado que se atribuye a los
conocimientos Templarios la edificación de las catedrales góticas de la
edad media.
ROBERT BARATHEON – NUESTRO FELIPE IV:
Malos gobernantes, buenos cazadores
Robert Baratheon es el rey de ficción cuya muerte desencadena la grave
crisis sucesoria de la que emana la trama central. Tanto Robert como
Felipe IV pronto se cansaron del mando y delegaron en sus validos, Jon
Arryn y el Conde-duque de Olivares respectivamente, para dedicarse a
tareas menos regias: fornicar, cazar y divertirse. Muchos son los hijos
bastardos engendrados por el rey Robert que la reina Cersei Lannister
primero, y Stanis Baratheon después, tanto se afanan en capturar. Más
todavía fueron los de Felipe IV, del que se ha llegado a decir que tuvo
más de 100 hijos no legítimos –entre ellos Juan José de Austria que
luego jugaría un importante papel político–.
Paradójicamente, lo
único que hicieron con esforzada diligencia, fornicar, fue su peor
legado. A pesar de sus muchos hijos ilegítimos, ni el rey Robert ni
Felipe IV fueron capaces de asegurar su sucesión. En el caso del
primero, aunque muere antes de saberlo, los tres hijos que la reina
Cersei da a luz son en realidad de su hermano Jaime Lanninter; lo cual
esgrimirán sus enemigos para cuestionar la legitimidad del reinado de
Joffrey Baratheon. El caso de Felipe IV es parecido, muerto su heredero,
Baltasar Carlos, Felipe IV se vio obligado, cuando ya pasaba los 40
años, a casarse con su prima y concebir a toda prisa, dando como
resultado la cuestionable figura de Carlos II.
JINETES DOTHRAKI – HORDAS DE ASIA.
En la saga todo lo que viene de Oriente es opulento, resplandeciente,
excesivo y con un regusto agrio. La zona oriental de la saga comparte
todos los elementos de la Edad Media en Oriente; entre ellos las temidas
hordas de guerreros nómadas, sin patria, sin tierra. Solo jinetes sobre
monturas.
Los Dothraki bien podrían ser una tribu de los hunos o
de mongoles, sedientos de conquistas y saqueos. Por sus rasgos raciales y
su modo de combatir parecen hunos, por el periodo histórico, tendrían
más semejanza con los mongoles.
En los dos supuestos se trata de
nómadas que circulan libremente a caballo por extensas llanuras,
organizados en tribus alrededor de un líder (Kan en los mongoles, Khal
los dothraki) y con los equinos como principal nexo cultural y fuente de
sustento. Además, los Dothrakis, al igual que los mongoles se nos
presentan como diestros arqueros e incansables jinetes; tan modestos
artesanos como excelentes cazadores y vigorosos combatientes. Y por
último hay que destacar que en ambas figuras se intuye el concepto
político de la meritocracia: donde los títulos se asignan en función al
papel cumplido en la batalla o por la lealtad mostrada al líder, y no
por trasmisión de herencia familiar.