UN VIAJE FANTÁSTICO POR EL PASADO
“El color de este Sagrado Cáliz es tan extraño
y peregrino que, al volverse, se van formando diferentes visos… Y si
bien a primera vista se representa como una brasa de fuego amortiguada…”
Agustín Sales 1736
Como siempre que se trata de argumentar la veracidad o procedencia de
reliquias cristianas nos movemos en un terreno complicado. Se trata de
una reliquia que ha suscitado gran cantidad de leyendas, así como
abundante literatura esotérica, sembrando de dudas el recorrido de la
pieza. Sin embargo las investigaciones recientes otorgan un lugar
privilegiado al Cáliz de Valencia frente a otra veintena de reliquias
que aseguran ser la autentica.
El Itinerario del Cáliz.
Tras la muerte de María, San Pedro se hizo con la custodia de tan
insigne reliquia, en su calidad de cabeza visible de la Iglesia.
Llevándola consigo a su llegada a Roma en la primera mitad del siglo I.
La copa permaneció en manos de la Iglesia hasta el año 258, cuando el
emperador Valeriano inició una campaña de persecución y represión del
cristianismo. San Lorenzo, encargado de preservar los bienes de la
Iglesia, ante el asedio al que estaban siendo sometidos en Roma los
cristianos, entregó el Santo Cáliz a un soldado de origen toledano
llamado Precelio quién debía transportar la reliquia hasta Hispania, a
una localidad cerca de Osca –actual Huesca– llamada Loret o Loreto. La
hipótesis parece respaldada por unos frescos hallados en Roma, que
desgraciadamente desaparecieron durante la II Guerra Mundial.
La
reliquia sería traslada a Huesca, disipado ya el fantasma de las
persecuciones, para ser instalada en la sede del primer obispo oscense
Vicencio –en el año 553–. La invasión musulmana obligaría a cambiarla de
sede. Y aquí comenzará un largo periplo de tres siglos por los valles
del Pirineo oscense, que darán lugar a gran parte de las leyendas
medievales, así como a la construcción de lugares de peregrinación, que
todavía hoy son visibles.
Primero Yebra de Basa, donde se fraguó la leyenda del obispo Acisclo y la bella Orosia perseguidos por los musulmanes.
Desde allí las reliquias sagradas fueron transportadas hasta San Pedro
de Siresa, San Adrián de Sasabe, Bailo o la Catedral de Jaca y
finalmente hasta San Juan de la Peña, donde permanecerá oculto hasta el
siglo XIV.
Éste último será asociado con el ‘Montsalvat’ de las
leyendas franco-alemanas del Santo Grial (Cristián de Troyes o Robert de
Boron, siglo XII-XIII). Las cuáles enlazan con el ciclo artúrico y las
leyendas de Parsifal o Parcival que servirán de inspiración para una de
las obras maestras del genio Ricardo Wagner.
En este momento
iniciará el trayecto final hasta su ubicación actual. Trasladada hasta
la capilla de San Martín, en el primer patio del palacio de la Aljafería
en Zaragoza, por orden de Martín I. Tras una breve estancia el Cáliz
será trasladado hasta la Catedral de Valencia el dieciocho de marzo de
1437, por orden de Alfonso V de Aragón y Cataluña.
Y ya no se moverá
de allí, salvo en un par de excepciones. En el siglo XIX ante la
inminente llegada de las tropas francesas a Valencia. De los cincuenta y
dos cajones repletos de joyas y reliquias que salieron rumbo a
Mallorca, en 1812, tan sólo regresaron diecinueve.
Ya en el siglo XX
tras el estallido de la guerra civil española fue escoltada, envuelta
en un periódico, por dos clérigos disfrazados hasta la casa de Marina
Sabina Suey Vanaclocha donde se guardó la copa.
Todos los esfuerzos
realizados por los republicanos, por conseguir la reliquia, fueron
inútiles. El Cáliz salió indemne de los registros y hasta de la
recompensa que ofrecía un grupo judío de Amsterdam –100.000$–.
Permaneció escondido, primero en el guardarropa del domicilio de Maria
Sabina, después bajo una losa, posteriormente en casa de su hermano y
finalmente transportado hasta el pequeño pueblo de Carlet.
El nueve
de julio de 1939 volvió de nuevo a la catedral valenciana, y aunque
ocasionalmente ha sido trasladado con motivo de su centenario, ha
permanecido allí hasta nuestros días.