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En abril de 1966 editaba el primer volumen de su 'Diccionario del Uso
del Español'.
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La Academia, pese a la magnitud de su obra, no la dejó entrar en su
institución.
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Quince años dedicó al 'Diccionario' que sigue siendo obra de
referencia.
La
lexicógrafa María Moliner (1900-1981) empezó
en el 52 esa recopilación de palabras que escribió a mano, llenó
de anotaciones y entregó a todo el mundo; publicó el primer tomo en
1966, y a principios del 67, el segundo.
Una
importante figura en la publicación de su obra fue Dámaso Alonso, que tenía conexiones con la editorial Gredos,
con la que Moliner firmó en 1955 un contrato para la publicación.
Fue
el sillón de la B el que no ocupó en la Academia y el que
finalmente se otorgó a Emilio Alarcos: "Sí, mi biografía es
muy escueta en cuanto a que mi único mérito es mi diccionario. No
tengo ninguna obra que se pueda añadir para hacer una larga lista
que contribuya a acreditar mi entrada en la Academia (...)",
decía la lexicógrafa. "Desde luego es una cosa indicada que un
filósofo -por Emilio
Alarcos-
entre en la Academia y yo ya me echo fuera, pero
si ese diccionario lo hubiera escrito un hombre, diría: "¡Pero
y ese hombre, cómo no está en la Academia!".
Ser
mujer influyó en su rechazo de la Academia y en otras circunstancias
de su vida. Pero como pionera que fue y feminista a su manera, con
hechos, rechazó en junio de 1973 el Premio Lorenzo Nieto López,
"por sus trabajos en pro de la lengua" que la RAE quiso
darle.
Moliner
se olvidó del elitismo de los intelectuales de la época para
conseguir el objetivo por el que luchó toda la vida, que los
españoles fueran cultos, preparados y con capacidad crítica.
Participó
en las misiones
pedagógicas
de la Segunda
República
que se encargaban de visitar los pueblos para dar a conocer la
cultura y alfabetizar a una sociedad que vivía de espaldas al
progreso. Un trabajo que no se queda ahí, también participó en el
programa que logró la apertura de 5.000
bibliotecas públicas
en toda España. Cultura gratis y para todos. Además
fue
una bibliotecaria comprometida con su profesión.
Su
diccionario no
sólo superó al de la Real Academia, se
convirtió además en obra de consulta de referencia.
María
Moliner representa, sin duda, todo un estilo de "ser mujer en el
siglo XX": pertenece al grupo de las pioneras universitarias que
ejercen, además, una profesión. Claramente inteligente, y, al mismo
tiempo, vigorosamente responsable y generosa para con los demás.
Sencilla, espontánea en sus reacciones y elegante, al no ser elegida
académica en 1972, recibió su jubilación tan discretamente como
había vivido, gozando con los pequeños detalles cotidianos. Las
notas tristes de sus últimos años fueron la muerte de su marido y
su terrible enfermedad.
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