La
misofonía afecta a las personas a quienes molestan sonidos
cotidianos como alguien masticando o respirando.
Si
los ruidos que hacen otras personas sorbiendo sopa o respirando
fuerte te ponen de los nervios y te resultan insoportables, sufres de
una anomalía cerebral llamada misofonía.
La
misofonía se reconoció como trastorno en 2001, y hace que las
personas que lo sufren tengan reacciones muy negativas a ciertos
ruidos cotidianos, como alguien masticando con la boca abierta,
sorbiendo la sopa, haciendo ruido con un bolígrafo, respirando
fuerte, o bebiendo a tragos.
En
un estudio
de la Universidad de Newcastle en Inglaterra se midió la
respuesta en el lóbulo frontal del cerebro de las personas que
sufrían esta condición. Los sonidos “gatillo” provocaban que la
ínsula anterior, responsable de procesar las emociones y la
interocepción (percepción de nuestro propio cuerpo).
Las
personas que sufren misofonía perciben su cuerpo de forma diferente,
más intensa. Los sonidos molestos tienen también producen
manifestaciones físicas: hacen que se aceleren sus pulsaciones
cardíacas y cambie la conductividad de su piel.
Si
te ocurre a ti, ya sabes que no es malo, solo que tu cerebro es así.
No hay cura por el momento, así que respira hondo e intenta
gestionar el malestar. Pero no respires demasiado fuerte delante de
otro como tú.
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