No
merece la pena comerse una estrella. Las enanas blancas se componen
básicamente de helio o carbono, así que la cucharada tendría un
olorcillo a insípido helio, o sería como lamer un trozo de carbón.
Pero
si te apetece probar una estrella, no necesitas viajar a 8,6 años
luz: tu nevera está llena. La mayoría de los elementos que componen
en nuestro cuerpo y todo lo que nos rodea se formaron en el núcleo
de las estrellas y fueron expulsados a la inmensidad del universo
hace billones de años. Todo lo que comemos ha formado parte de una
estrella en algún momento. ¿Puedo recomendarte un suculento bocado
de fruta de estrella?.
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