Caricias:
El antídoto contra el dolor
Son
la guinda del placer. Cuando una caricia recorre la piel a una
velocidad de 4 ó 5 centímetros por segundo, el cerebro la recibe
activando sus áreas de recompensa. Investigadores de la Universidad
de Gotemburgo (Suecia) han descubierto que esta transmisión de
señales placenteras es posible gracias a las fibras nerviosas
conocidas como C-Táctil, que siguen su propia ruta hacia el cerebro,
aun cuando este está recibiendo impulsos de dolor en la misma zona.
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