Hay
que echarle ganas al asunto para marcarse un cuadro de semejante
tamaño. Se suele decir que las mejores esencias vienen en frascos
pequeños, pero el mundo de la pintura nos ha demostrado en muchas
ocasiones que se puede crear una obra maestra con la que no se cubra
un trocito de la pared, sino casi un mural. Buen ejemplo de ello es
El
Guernica
de Picasso, una de las piezas fundamentales de la historia del arte y
que tiene unas impresionantes dimensiones de 776,6 cm x 349,3 cm. Ahí
es nada.
En
cualquier caso, ya os podemos garantizar que lo de El Guernica
queda en un chiste si comparamos sus dimensiones con las del que se
considera el cuadro de mayor tamaño del
planeta: Batalla de Gettysburg.
Dos
años y medio fue lo que necesito Paul
Philippoteaux para terminar una impresionante recreación de
la Batalla de Gettysburg allá por 1883. Además, el pintor
requeriría de 16 ayudantes para
conseguir darle forma a una pieza descomunal de
125 metros de longitud y 21 metros de altura. ¿Os parece poco
manejable? Pues eso es porque todavía no sabéis que pesa
la friolera de 5.349 kilos. Un mostrenco descomunal.
Joe
King adquiría el cuadro en cuestión en 1964. Una auténtica
barbaridad de obra en la que se recrea el pasaje más cruento de la
Guerra Civil de estados Unidos.
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