Seas
trasnochador o madrugador, hay factores externos que afectan
negativamente a tus ciclos de sueño y vigilia. Unos se pueden
controlar y otros no.
Que
tendamos a trasnochar o a despertarnos justo al alba depende en buena
medida de la configuración genética de nuestro ritmo
circadiano,
es decir, el mecanismo interno que regula los ciclos de sueño y
vigilia. Así lo corroboraron científicos de la Universidad de
Leicester, en el Reino Unido, que a principios de 2015 identificaron
hasta ochenta genes diferentes que determinan si tenemos un cronotipo
de búho, esto es, que somos trasnochadores,
o de alondra –madrugadores–.
En
principio, esta diferencia no debería suponer ningún problema. Las
dificultades aparecen porque "el ritmo de vida nos viene marcado
desde fuera, y para muchas personas la llamada para empezar la
jornada se produce varias horas antes de que su reloj
interno anuncie
que ha llegado el momento de despertarse", explica en Frontiers
in Neurology
Eran Tauber, coautor de la investigación. Y eso hace que las
personas que están a tope entrada la madrugada pasen gran parte de
sus mañanas sumidos en el letargo.
Pero
además de la genética y los horarios laborales, ese ciclo personal
es muy sensible a tres factores.
1. Cambio de hora invierno/verano
Científicos
alemanes demostraron que el
reloj biológico de las personas búho se queda estancado en el
horario de invierno,
mientras el de la vida real está adelantado. Y eso implica que el
desajuste se acentúa drásticamente, con las consecuencias que
acarrea para la salud.
2. Consumir mucho alcohol
Un
estudio de la Universidad de Alabama, en EE. UU., reveló que el
alcoholismo altera el ritmo circadiano del hígado.
Esta adicción hace que se pierda el ciclo de la citocromo c oxidasa,
enzima clave de la mitocondria que permite al hígado adaptarse a las
demandas metabólicas. Sin ella, esta glándula enferma.
3. Comer grasa
Científicos
de la Universidad Northwestern, en EE. UU., demostraron que la
ingesta de alimentos
hipercalóricos provoca
un aumento del peso y al mismo tiempo interrumpe
el ritmo circadiano.
Es la pescadilla que se muerde la cola: eso hace que la ingesta
aumente durante el tiempo en que se debería estar dormido o
descansando, con lo que el riesgo de obesidad aumenta.
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