Un
novedoso sistema tecnológico ayuda a traducir las necesidades de los
animales de granja.
Un
cerdo que chilla puede estar sintiendo miedo, pero también alertando
de un peligro a los otros individuos. Si gruñe simplemente estará
transmitiendo información sobre su estado de salud y satisfacción.
La gama de sonidos de estos animales es muy amplia y sirve para
informar con una amplia variedad de matices sobre su estado emocional
y fisiológico. En definitiva, emitirá diferentes vocalizaciones en
función de sus condiciones de vida.
El
equipo, formado por Michael
P. Mcloughlin y Rebecca
Stewart, de la Universidad Queen Mary de Londres, y Alan
G. McElligott, de la Universidad de Roehampton, ha observado que
el bienestar animal podrían ser mucho mejor si se usara el monitoreo
acústico en las granjas. Al granjero le llegaría una información
muy valiosa sobre la salud o estado emocional de sus vacas, gallinas
o cerdos, según describen en un artículo publicado en Journal
of Royal Society Interface.
Los
investigadores analizaron e inmediatamente clasificaron las
vocalizaciones de estas tres especies tan comunes en las granjas
(gallina, vaca y cerdo) Según ellos, los métodos que se usan
habitualmente para la ecología o la conservación de especies
silvestres (por ejemplo, hidrófonos para localizar ballenas) también
tendrían aplicación en las granjas. "Los
pollos y los cerdos, en particular, son animales muy ruidosos, y sus
gritos indican si están estresados, si sienten dolores o sufren
enfermedades”,
indica Mcloughlin.
Además,
el uso de estas tecnologías de monitoreo acústico podría mejorar
la producción ganadera. La instalación de micrófonos en las
granjas registraría e identificaría, a través de un algoritmo
específico, los signos de malestar o socorro, particularmente en
función de la duración o el volumen de las vocalizaciones. Esta
información le llegaría luego a los granjeros para poner una
solución inmediata a los problemas.
La
tecnología ayudaría a un cuidado de los animales de gran precisión,
permitiendo modificar automáticamente la temperatura, iluminación o
ventilación del espacio como respuesta a sus vocalizaciones.
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