Los
gremios consistían en corporaciones de trabajadores integradas por
artesanos de un mismo oficio cuyo fin era defender sus intereses
profesionales.
Los
gremios consistían
en corporaciones de trabajadores integradas por artesanos de un mismo
oficio
cuyo fin era defender sus intereses profesionales. Entre sus
objetivos estaban conseguir un equilibrio entre la demanda de obras y
el número de talleres activos, garantizar el trabajo a sus
asociados, mejorar su bienestar económico y los sistemas y técnicas
de aprendizaje
del oficio. En cierto modo, los gremios fueron un precedente
de los colegios profesionales y de los sindicatos modernos
que agrupan a individuos de la misma profesión.
La
escala laboral del gremio
se dividía en tres niveles: aprendices,
adolescentes
que se iniciaban en el oficio entre los 12 y 14 años, y permanecían
entre 4 y 8 en esa categoría; oficiales,
el peldaño intermedio; y
maestros,
clase a la que se accedía tras superar un examen o una prueba
práctica, y que permitía abrir taller propio, contratar obras o
establecer sistemas de venta y comercialización.
Los
primeros de que se
tienen noticia surgieron en el norte de Francia en el siglo XII: se
trataba del gremio de los panaderos
de
Pontoise,
creado en 1162, y el de los curtidores de Ruán (1163), que fueron
legitimados por las autoridades para ejercer en exclusiva sus
actividades. Por la misma época se creó la hansa parisina, gremio
mercantil que se atribuyó poderes municipales, monopolizó el
comercio fluvial en el Sena y percibía derechos sobre el tráfico de
barcos en Normandía.
A
lo largo de la Baja Edad
Media,
la práctica gremial se extendió incluso a los mendigos. Por
ejemplo, las asociaciones de pordioseros de Basilea y Francfort no
permitían a los pobres
venidos
de otras ciudades que permanecieran en sus calles para pedir limosna,
con la excepción de dos días al año.
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