Los
villanos de las películas a menudo se representan con patologías
dermatológicas, y eso crea prejuicios contra las personas que las
sufren.
Los
realizadores, incluso desde tiempos del cine mudo, se han servido de
las diversas enfermedades
dermatológicas para caracterizar a sus personajes de naturaleza
malvada o inmoral. Según destaca un equipo de
dermatólogos liderado por la doctora Julie A. Croley, del Centro
Médico de la Universidad de Texas (EE. UU.) y que acaban de publicar
un artículo en la revista médica JAMA Dermatology, este
hecho podría estar en el origen de los prejuicios hacia personas de
la vida real que sufren esas patologías dermatológicas.
En
un estudio transversal, estos especialistas quisieron comparar hasta
qué punto los villanos más famosos de la historia del cine –el
ranking
lo tomaron del American Film Institute (AFI)– sufrían más
problemas en la piel
que
sus antagónicos: los buenos de las películas. Los resultados fueron
contundentes: “Los
diez principales villanos muestran una incidencia significativamente
mayor de problemas dermatológicos que los diez mejores héroes”,
destacaron los dermatólogos. Mientras que los primeros presentaban
problemas de este tipo en un 60%, los héroes no sufrían ninguna
patología de esas características.
Entre
los problemas de estos personajes supermalvados se incluían:
alopecia (30%), hiperpigmentación periorbitaria –la producción de
melanina alrededor de los ojos es mayor, y por tanto se oscurece esa
zona– (30%), arrugas
profundas (20%), cicatrices en la cara (20%), verrugas faciales (20%)
y rinofima –patología de la piel de la nariz
que conlleva una deformación de la misma– (10%).
Darth Vader se lleva la palma
Y
muchas veces, según apuntan estos especialistas, los cineastas hacen
que los malos combinen varios de estos problemas a la vez en su
objetivo de proyectar la imagen del mal. Ponen como ejemplo a Darth
Vader, quien, sin su característica máscara, luce calvicie, una
piel de un gris muy poco natural, hiperpigmentación periorbital,
cicatrices faciales y arrugas profundas.
Este cúmulo de problemáticas incitan a sentir aprensión y miedo a
lo desconocido. Los dermatólogos mencionan también otro caso de la
saga de Star
Wars:
el Emperador (Darth Sidious), quien, al igual que su pupilo, acumula
no escasos problemas de cutis.
Entre
los ejemplos de villanos del mundo del cine con patologías
dermatológicas también se encuentran Freddy Krueger, con sus
cicatrices, en Pesadilla
en Elm Street (1984),
la señora Danvers, que luce un gran nevus –alteración congénita
de la pigmentación de la piel, normalmente de color marrón o
azulado– en Rebeca
(1940)
o Cruella de Vil, con poliosis –mechón de pelo blanco– en 101
dálmatas (1996).
En cambio, entre
los buenos, estos problemas resultan mucho menos habituales.
Según
explican los autores del estudio, “los
problemas dermatológicos se usan en las películas para dilucidar la
dicotomía entre el bien y el mal a través de la representación
visual”.
Y eso puede contribuir a que nos sintamos inclinados a sentir
prejuicios hacia aquellas personas que sufren estas patologías.
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