Pintor
barroco
español.
Formado en el naturalismo
tardío, evolucionó hacia fórmulas propias del barroco pleno con
una sensibilidad que a veces anticipa el Rococó
en algunas de sus más peculiares e imitadas creaciones
iconográficas.
Personalidad central de la escuela
sevillana,
con un elevado número de discípulos y seguidores que llevaron su
influencia hasta bien entrado el siglo
XVIII,
fue también el pintor español mejor conocido y más apreciado fuera
de España. Condicionado por la clientela, el grueso de su producción
está formado por obras de carácter religioso con destino a iglesias
y conventos sevillanos, pero a diferencia de otros grandes maestros
españoles de su tiempo, cultivó también la pintura
de género
de forma continuada e independiente a lo largo de buena parte de su
carrera.
Nació
en el seno de una familia de catorce hermanos, de los que él fue el
benjamín. Quedó huérfano de padre a los nueve años y perdió a su
madre apenas seis meses después. Una de sus hermanas mayores, Ana,
se hizo cargo de él y le permitió frecuentar el taller de un
pariente pintor, Juan del Castillo.
En
1630 trabajaba ya como pintor independiente en Sevilla y en 1645
recibió su primer encargo importante, una serie de lienzos
destinados al claustro de San Francisco el Grande; la serie se
compone de trece cuadros, que incluyen La cocina de los ángeles,
la obra más celebrada del conjunto por la minuciosidad y el realismo
con que están tratados los objetos cotidianos.
La Sagrada Familia del pajarito (c.1650) |
El
éxito de esta realización le aseguró trabajo y prestigio, de modo
que vivió desahogadamente y pudo mantener sin dificultades a los
nueve hijos que le dio Beatriz Cabrera, con quien contrajo matrimonio
en 1645. Después de pintar dos grandes lienzos para la catedral de
Sevilla, empezó a especializarse en los dos temas iconográficos que
mejor caracterizan su personalidad artística: la Virgen con el Niño
y la Inmaculada Concepción, de los que realizó multitud de
versiones; sus vírgenes son siempre mujeres jóvenes y dulces,
inspiradas seguramente en sevillanas conocidas del artista.
Tras
una estancia en Madrid entre 1658 y 1660, en este último año
intervino en la fundación de la Academia de Pintura, cuya dirección
compartió con Herrera el Mozo. En esa época de máxima actividad
recibió los importantísimos encargos del retablo del monasterio de
San Agustín y, sobre todo, los cuadros para Santa María la Blanca,
concluidos en 1665. Posteriormente trabajó para los capuchinos de
Sevilla (Santo Tomás de Villanueva repartiendo limosna) y
para el Hospital de la Caridad (cuadros sobre las obras de
misericordia).
Niños comiendo melón y uvas (c. 1650) |
Murillo
destacó también como creador de tipos femeninos e infantiles: del
candor de La muchacha con flores al realismo vivo y directo de
sus niños de la calle, pilluelos y mendigos, que constituyen un
prodigioso estudio de la vida popular. Después de una serie dedicada
a la Parábola del hijo pródigo, se le encomendó la decoración de
la iglesia del convento de los capuchinos de Cádiz, de la que sólo
concluyó los Desposorios de santa Catalina, ya que, mientras
trabajaba en el cuadro, falleció a consecuencia de una caída desde
un andamio.
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