Los
trabajos agrícolas, como el triturado del grano, revelan una
capacidad física insospechada en las mujeres del Neolítico.
Un
nuevo estudio que compara los huesos de mujeres centroeuropeas que
vivieron durante el neolítico temprano con los de los atletas
modernos demuestra que la
mujer agrícola prehistórica promedio tenía los brazos superiores
más fuertes que las actuales campeonas de remo.
Investigadores
del Departamento de Arqueología de la Universidad de Cambridge
aseguran que esta destreza
física probablemente se obtuvo mediante la labranza manual del suelo
y la cosecha,
así como el molido del grano durante hasta cinco horas al día para
hacer harina.
Hasta
ahora, las investigaciones arqueológicas habían interpretado los
huesos de las mujeres únicamente a través de una comparación
directa con los de los hombres.
"Este
es el primer estudio que compara los huesos
femeninos prehistóricos
con los de las mujeres vivas hoy", según la Dra. Alison
Macintosh, autora principal del estudio, publicado en la revista
Science
Advances.
"Al
interpretar los huesos de las mujeres en un contexto específico
femenino, podemos comenzar a ver lo intensivos, variables y
laboriosos que fueron sus comportamientos, sugiriendo una
historia oculta del trabajo de las mujeres durante miles de años".
El
estudio analizó los huesos del brazo (húmero) y pierna (tibia) de
mujeres que viven en rango de actividad
física:
de corredores, deportistas de remo y futbolistas a aquellos con
estilos de vida más sedentarios.
Las
fuerzas de los huesos de las mujeres modernas se compararon con las
de las mujeres desde las épocas agrícolas neolíticas tempranas
hasta las comunidades agrícolas de la Edad
Media.
El
estudio concluyó que las
mujeres neolíticas (hace 7.400-7.000 años) tenían una fuerza
similar en los huesos de las piernas de las deportistas de remo
modernas,
pero los huesos de sus brazos eran entre un 11 y un 16% más.
Pero
la carga de las extremidades superiores fue aún más dominante en
las mujeres de la Edad
de Bronce
del estudio (desde 4300-3500 años atrás), que tenían entre un
9 y un 13% más de fuerza en los huesos del brazo.
"Es
fácil olvidar que el hueso es un tejido vivo, que responde a los
rigores a los que sometemos nuestros cuerpos. El impacto físico y la
actividad muscular ejercen presión sobre los huesos. El hueso
reacciona cambiando de forma, curvatura espesor y densidad en el
tiempo para adaptarse a la tensión repetida ", explica
Macintosh.
Al
analizar las características óseas de personas vivas cuyo esfuerzo
físico habitual se conoce, y al compararlas con las características
de los huesos antiguos, podemos empezar a interpretar
los tipos de trabajo que nuestros antepasados realizaban en la
prehistoria.
Duros
trabajos agrícolas
Una
posible explicación para esta fuerza feroz del brazo es el triturado
del grano. "No podemos decir específicamente qué
comportamientos estaban causando la carga ósea que encontramos.
Sin embargo, una actividad importante en la agricultura temprana fue
la conversión de granos en harina, y esto probablemente fue
realizado por mujeres", según Macintosh.
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