En
un encinar español, un solo árbol libera una media de 42 kilos de
oxígeno al año.
Central
Park, tal vez el parque
urbano más conocido de todo el mundo –no en vano ha sido escenario
de numerosas películas, como las míticas Desayuno
con diamantes (1961), Love
Story (1970) o Cuando
Harry encontró a Sally (1989)–,
cuenta con unas dimensiones aproximadas de 4.000 x 800 metros. Para
que te hagas una idea, piensa que, con sus 341 hectáreas de
superficie total, es
más grande que dos de las naciones más pequeñas del mundo:
casi multiplica por dos el territorio de Mónaco y por ocho el de la
Ciudad del Vaticano.
Todo
el parque, incluidos sus lagos
y montañas, son lo que son por obra del hombre. Los planos de esta
auténtica reserva natural fueron diseñados por el arquitecto
paisajista, periodista y botánico estadounidense Frederick Law
Olmsted y por Calvert Vaux, también arquitecto paisajista, pero este
de nacionalidad británica. Se concluyó en el año 1873 y
alberga unos 250.000 árboles en numerosos valles, entre ellos una de
las últimas arboledas de olmos americanos del nordeste de Estados
Unidos.
Este
gran parque urbano proporciona diversos beneficios a los habitantes
de la Gran Manzana y, en concreto, al distrito metropolitano de
Manhattan, donde se encuentra ubicado. Además de ser una gran área
lúdica y de esparcimiento, está demostrado que un
espacio verde revaloriza los inmuebles de sus alrededores, y
contribuye a purificar el aire y generar un medio ambiente más
limpio.
Pero
regresemos en este punto a la pregunta formulada al principio. Para
darle respuesta, debemos tener en cuenta que la
cantidad de oxígeno que puede producir un árbol
es algo muy variable,
ya que depende de factores muy diferentes como su especie, su edad o
su estado de salud.
No
obstante, sí podemos ofrecer una estimación aproximada. Según
cálculos realizados por Reforesta (asociación sin ánimo de lucro
fundada en 1991 y declarada de Utilidad Pública) basados en datos
proporcionados en las jornadas Bosques
y Cambio Climático,
un árbol de un encinar español libera 42 kilos de oxígeno
al año de promedio. Si llevamos a cabo la extrapolación de estas
cifras, los 250.000 árboles que hay en Central Park generarían
en total unos 10,5 millones de kilos de oxígeno durante esos doce
meses.
¡Respira hondo!
Como
hemos mencionado anteriormente, no es este el único beneficio que un
parque como Central Park aporta a las personas que viven en su
entorno. Las zonas verdes de las ciudades, además de ayudar a
combatir la contaminación, convirtiéndose en auténticos pulmones
del entorno urbano, ayudan a las personas que viven en sus
alrededores a relajarse y reducir el estrés,
contribuyen a mejorar nuestra salud física –porque nos animan a
pasear y también a practicar deporte en un entorno más saludable–
y
además fomentan las relaciones sociales.
No
es de extrañar, por tanto, que la Organización Mundial de la Salud
(OMS) considere imprescindibles estos espacios para mejorar nuestro
bienestar tanto a nivel físico como emocional. Según esta
institución, las
ciudades deberían disponer de, como mínimo, entre 10 y 15 metros
cuadrados de área verde por habitante.
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