«Las culturas de las montañas: celebramos la diversidad y reforzamos la identidad».
Las
montañas cubren entorno a un 22% de la superficie terrestre y
desempeñan un papel fundamental en impulsar el crecimiento económico
sostenible del planeta. No solo proporciona sustento y bienestar a
los 915 millones de personas que habitan las regiones montañosas
—aproximadamente el 13% de la población mundial—, sino que las
montañas también benefician a los miles de millones que viven en
las llanuras.
Las
culturas de las montañas
Las
montañas son
lugares de culto religioso, peregrinaciones y rituales. Los conceptos
de tradición, cultura y espiritualidad están intrínsecamente
vinculados con los medios de vida de las gentes de las montañas. Sus
estilos de vida tradicionales determinan sus formas de subsistencia.
En
las montañas también nacen fuentes de agua y ríos, y han sido
veneradas desde siempre por las deidades que residen en sus alturas.
En los tiempos de sequía, el pueblo Kikuyu dirigía su mirada al
Monte Kenya y pedía lluvias al dios Ngai. En los Andes, los incas
construyeron sus templos en las cumbres más altas, a más de 6.000
metros sobre el nivel del mar. En China, tradicionalmente en las
aldeas se dedicaba un templo a la deidad local de la montaña, las
nubes y la lluvia.
Una
gran proporción de las minorías de todo el mundo viven en regiones
montañosas. Generalmente son poblaciones poco numerosas, aunque en
algunos casos son grupos étnicos muy grandes, como los quechuas en
los Andes, los amaras en Etiopía y los tibetanos y los yi en China.
El
aislamiento, consecuencia de una orografía accidentada, ha
contribuido a crear y mantener intactas muchas culturas.
Lamentablemente, la estabilidad de los pobladores de las alturas, con
sus valores y creencias, se ve amenazada por la migración, la
urbanización y los conflictos.
Los
serranos desempeñan un papel fundamental en la gestión de los
ecosistemas donde viven. Durante siglos, han desarrollado usos
racionales del suelo, adaptaciones al cambio climático, y dietas
alimenticias tradicionales y productos que son únicos y contribuyen
a la biodiversidad del planeta.
A
menudo bien enraizadas en la tierra, la cosmovisión de las
comunidades de las montañas define sus actividades agrícolas y
cuidado del medioambiente y los recursos naturales. Por ejemplo, en
los Andes, a Pachamama —la madre naturaleza, venerada por los
pueblos indígenas— se la asocia con la siembra y la cosecha, las
montañas y los terremotos. Los ritos en honor a Pachamama refuerzan
las relaciones de las personas con el medioambiente y reúnen a los
miembros de distintos clanes y aldeas en varios momentos del ciclo de
la agricultura.
Las
montañas son lugares para la espiritualidad, la inspiración, el
esparcimiento y la relajación. Ofrecen muchas actividades a los
turistas: el esquí, la escalada, el avistamiento de fauna (como los
gorilas de montaña en Rwanda) o la visita a las iglesias etíopes
escavadas en la roca.
Según
la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la
Ciencia y la Cultura (UNESCO), 376 Reservas de la Biosfera, de las
669 en total que existen en el mundo, contienen ecosistemas
montañosos.
El
turismo puede ofrecer posibilidades a las comunidades de montaña, al
igual que plantear muchos problemas. Puede contribuir a una
distribución más equitativa de la renta y la preservación de la
cultura y el conocimiento, reducir la emigración y ofrecer
incentivos para la protección de estos ecosistemas y de sus
productos.
El
Día Internacional de las Montañas es una oportunidad para crear
conciencia sobre la importancia de estas para la vida, destacar las
oportunidades y limitaciones en su desarrollo y crear alianzas que
generen cambios positivos en las montañas y las tierras altas del
mundo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario