La
escritora de historias detectivescas más famosa, Agatha Christie,
tenía una ilegible caligrafía a causa de un problema de
coordinación muscular llamado disgrafía.
Han visto la luz parte de sus diarios personales escritos a mano, lo
que supuso una labor editorial bastante dificultosa por la complicada
interpretación de su letra.
La
disgrafía supone cierta incapacidad para escribir, aunque las
personas que la sufren pueden escribir, cuando se lee lo que plasman
en
papel son
letras imposibles de descifrar. Agatha Christie, también conocida
como “la reina del crimen”,
consciente de esta dificultad consideró que si ella no podía, otros
podrían por ella, así que contrató
a un asistente al que dictaba todas sus obras.
Los
cuadernos caligrafiados por la popular escritora se desterraron del
olvido en el 2004, cuando
fallece su hija Rosalind Hicks. Fue en la residencia familiar de
Greenway donde se descubrió el extraordinario legado, pero no sería
hasta que el archivero, John Curran, comenzó a descifrar su letra
cuando se hizo más latente la magnitud del descubrimiento, ya que
junto con sus cuadernos personales aparecieron dos historias inéditas
de Hercules Poirot.
La
Historia de la Literatura
ha
podido gozar de tener en sus filas la prolífica producción
literaria de Christie gracias a que ella se
enfrentó a sus impedimentos físicos
y supo ponerles remedio sin menoscabar, en absoluto, su espléndida
imaginación, esa que fue capaz de crear personajes literarios como
Hercules Poirot o Miss Marple, protagonistas de sus novelas
policíacas y tan queridos por sus acérrimos lectores.
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