¿SE CONVERTIRÁ EL LIBRO
DE PAPEL EN OBJETO DE COLECCIÓN?
El libro electrónico
tiene cada vez más seguidores. Es un hecho probado y además, no hay
más que fijarse en que cada vez hay más usuarios de transporte
público con uno de estos dispositivos en las manos. Desde luego,
tiene muchas ventajas. Sin embargo, hay algunos detractores de esta
forma de leer que son defensores casi numantinos del libro
tradicional.
A favor del libro
tradicional, sus más fervientes defensores hablan de ellos como
objetos únicos, desde su peso hasta su
tipografía, pasando por sus
tapas y, por supuesto, y casi sobre todas las cosas, por el aroma y
el tacto del papel al pasar las páginas.
Sin embargo, los
dispositivos lectores de libros en formato digital admiten cientos de
novelas, poesía, obras de teatro, ensayos, etc. en su interior. Los
más avanzados permiten, incluso, la conexión a Internet, se puede
consultar la edición digital de cualquier periódico, por ejemplo.
Además, la lectura es muy similar a la que se realiza en papel, pero
el hecho de poder cambiar el tamaño de la letra es muy valorado por
los lectores con dificultades visuales.
De igual forma que
ocurriera con la música, la producción editorial también tiene
futuro en los dispositivos tecnológicos y, seguramente, los libros
de papel pasarán a ser objeto de coleccionista.
Lo que es cierto es que
se va reduciendo cada vez más el espacio de los que se muestran
contrarios a esta nueva forma de disfrutar de la lectura. Hoy en día,
los dispositivos que ofrecen esta posibilidad son cada vez más
cómodos, más económicos y más atractivos. Realmente, a los
defensores del libro de papel les quedan cada vez menos argumentos a
su favor.
Todo este caldo de
cultivo hace pensar a los editores españoles que se producirá un boom en las cifras de ventas de los libros en
formato digital porque habrá un panorama favorable compuesto por una
mejor disposición de los lectores, una mayor oferta de título en
este formato y más dispositivos disponibles.
Por Margaret Alejiana