La
aparición hace 70.000 años de una maduración más lenta del Córtex
Prefrontal permitiría a los humanos desarrollar el lenguaje
recursivo y la imaginación moderna.
Los
paleontoantropólogos han llegado a la conclusión de que hace
600.000 años, antes de que la línea del Homo
sapiens
se separara de la del Neandertal,
las
verbalizaciones dedicadas a la comunicación debía estar a la par
con el número de palabras en los idiomas modernos.
Sin embargo, las primeras manifestaciones de imaginación moderna
datan de hace 70.000 años, por lo que existe un lapso de medio
millón de años entre ambos. Una
nueva hipótesis podría ayudar a resolver el misterio de la
evolución del lenguaje.
Esta
teoría ha sido desarrollada por el Dr.
Vysehdskiy, neurocientífico de la Universidad de Boston,
y bautizada como ‘Rómulo y Remo’. Según lo publicado en la
revista científica Research
Ideas and Outcomes
(RIO), Vyshedskiy y sus compañeros estaban estudiando la adquisición
de imaginación en niños cuando descubrieron
un límite temporal en el desarrollo de un componente concreto de la
imaginación.
Sus observaciones apuntan a que los niños modernos que no son
expuestos a un lenguaje completo en su primera infancia no adquieren
el tipo de imaginación activa constructiva necesaria para la
yuxtaposición (asociación) mental de objetos, conocida como
Síntesis
Prefrontal
(PFS por sus siglas en inglés).
La
importancia del PFS
El
Dr. Vyshedskiy utiliza las frases “Un
perro ha mordido a mi amigo” y “Mi amigo ha mordido a ún perro”
para explicar la importancia de la Síntesis Prefrontal. “Es
imposible distinguir la diferencia de significado usando únicamente
las palabras o la gramática (…). Entender los distintos
significados y apreciar la desgracia de la primera frase y el humor
de la segunda depende
de la habilidad del sujeto para yuxtaponer dos objetos mentales: el
amigo y el perro”.
Según Vyshedskiy, “la combinación flexible de objetos y la
recursión (proceso u objetos que hacen referencia a ellos mismos en
su definición) son características de todos los lenguajes
humanos”. Por ello, las
lenguas modernas se conocen como “lenguajes recursivos”.
Al
contrario de lo que ocurre con el vocabulario o la gramática,
que pueden aprenderse en cualquier momento, existe
un tiempo crítico en el que desarrollar la Síntesis Prefrontal
y aquellos sujetos que no se exponen a conversaciones con lenguaje
recursivo en los primeros momentos de la infancia no pueden
desarrollar la PFS de adultos. Esta imposibilidad hace que los
humanos pre-modernos no pudiesen aprender lenguaje recursivo de
adultos ni enseñárselo a sus hijos,
por lo que estos tampoco lo desarrollarían y esto crearía una
barrera cultural evolutiva. Además, habría que sumar una segunda
barrera basada
en que la tasa de maduración del Córtex Prefrontal era más rápida
y esto reducía el tiempo para adquirir el lenguaje recursivo.
La
hipótesis de Rómulo y Remo
La
teoría de Vyshedskiy ha sido bautizada como ‘Rómulo
y Remo’,
nombre de los dos hermanos que fundaron Roma
y fueron amamantados por la loba Luperca. Según
el modelo matemático evolutivo desarrollado por Vyshedskiy para la
investigación, los humanos tuvieron que superar ambas barreras en
generaciones
ya que ese retraso en la maduración del Córtex Prefrontal (presente
en los humanos modernos pero no en los neandertales) hubiese
desaparecido en una población que no hubiera adquirido el lenguaje
recursivo y el PFS. Sin embargo,
los humanos adquirieron ambas de forma simultánea.
Para
el correcto desarrollo de este modelo fueron necesarios dos
o más niños con una mutación que retrasara la maduración del
Córtex Prefrontal y que tuvieran un tiempo más prolongado para
desarrollar el PFS, que estos niños interactuasen entre ellos e
inventaran elementos recursivos del lenguaje (como las preposiciones
espaciales) llegando así a la adquisición de la Síntesis
Prefrontal.
Esta habilidad tendría que haber sido transmitida y enseñada a su
descendencia.
“La
adquisición de la Síntesis Prefrontal y el lenguaje recursivo hace
70.000 años supuso una
especie conductualmente nueva”,
afirma Vyshedskiy. Según el neurocientífico, la yuxtaposición de
objetos mentales habría facilitado enormemente el diseño mental de
herramientas
que habría desembocado en un gran progreso tecnológico. También
ganarían la habilidad de imaginar
cualquier situación y poder comunicársela a sus compañeros, lo que
les permitiría combatir mejor o cazar animales más grandes,
mejorando así su alimentación. Estas ventajas les convertirían en
la especie dominante.
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