El
sendero en el bosque de Adalbert Stifter.
Una
historia sencilla, narrada con sencillez, se convierte en una hermosa
narración, llena de ternura sin caer en alambicados
sentimentalismos, resultando su lectura una agradable experiencia.
El
sendero en el bosque narra la forma en que Tiburius Kneight,
quien había sido un gran necio, se convirtió en un hombre de bien
gracias a una experiencia en apariencia trivial y sin embargo,
absolutamente trascendental para el protagonista. Y tal vez la forma
en que Stifter desarrolla este esquema, sin premura, como si
ofreciera al lector disfrutar apaciblemente de un paseo por un
tranquilo bosque, es la clave de la obra.
Nos
presenta a Tiburius como un hombre ciertamente egoísta, sin embargo,
no es un personaje antipático, sino más bien excéntrico y, por
ello, su pequeña aventura es capaz de despertar interés. Porque
Stifter recoge de una manera sobria y a la vez ingenua la
metamorfosis que acontece a Tiburius.
El
autor trata, de una forma sutil, fresca y huyendo de artificios, la
idea de lo inesperado que se inmiscuye en las vidas mejor
planificadas para alterarlo todo. Algo tan trivial como perderse en
la montaña puede ser un inadvertido cataclismo que desmorone lo
existente, dejando el lugar expedito para nuevas experiencias.
Y
eso es lo que le sucede a Tiburius que, maravillado por la belleza
del sendero en el bosque ha descubierto por casualidad, se atreve a
explorarlo sin tregua hasta que encuentra en él precisamente el
remedio que su médico le había aconsejado: una mujer.
Ahora
bien, la reticencia de Tiburius al matrimonio, que considera un
trastorno mayor que desbarataría su existencia regular, ha sido sin
sentirlo limada por los paseos solitarios por el bosque.
Y
así se completa la metamorfosis sutil, provocada por un hecho banal,
demostrándonos Stifter que las complicaciones excesivas, esas
conmociones terribles que sacuden la vida y la conciencia de un modo
absoluto no son lo habitual en la vida; y por tanto, la literatura
puede hallar fuente de inspiración en las vidas ordinarias donde los
cambios son paulatinos pero no por ello menos asombrosos.
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