Escultor
francés. "El pensador" es una de sus obras más
emblemática, así como la pareja abrazada de "El beso".
Quizá
no fue tan revolucionario como podría creerse en su momento, pero sí
debemos considerarlo el artista que terminó de una vez por todas con
la escultura de visión única.
Fue
el artista que acabó para siempre con las estatuas de visión
frontal. Sus obras, como tantas cosas en la vida, tenían dos caras.
Rodin lo sabía muy bien: en su biografía se encadenaron la
frustración más profunda y el éxito más extraordinario.
Parte
de su fama se debió a la multitud de escándalos que protagonizó.
Lejos de hundirle y marginarle, como ocurrió con otros artistas del
siglo XIX, le encumbraron. Ello fue gracias a que famosos escultores
de la época, como Carrier-Belleuse, supieron ver talento donde otros
veían trampas o excentricidades.
Su
obra marca la cima del movimiento romántico y abarca toda la gama de
posibilidades plásticas, desde la espontaneidad de los movimientos
hasta el patetismo heroico. Rodin evidenció la creación de la forma
partiendo del caos como proceso dramático prometeico, influencia que
recibió de Medardo Rosso. La obra de Rodin fue el inicio y el final
de la escultura impresionista, pero sobre todo marcó un principio
escultórico y revolucionario que ejercería una influencia
determinante en los escultores posteriores y en numerosos artistas
modernos.
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