Un paseo entre las tumbas y los mausoleos de cada lugar revela pequeñas curiosidades y grandes historias escondidas en estos camposantos.
Las
nuevas formas de viajar por el mundo están en constante cambio,
pueden haber casi tantas como aventureros se lanzan a recorrer el
planeta. Los intereses y las motivaciones de los viajeros son cada
vez más amplias y por ello aparecen recorridos y rutas orientadas
específicamente a satisfacer estas nuevas tendencias.
En
los últimos tiempos, ha surgido un gran interés entre los viajeros
alrededor de los cementerios y todo aquello relacionado con ellos.
Tanto que, con el fin de preservarlos y darlos a conocer existe una
asociación que reúne los cementerios más significativos y valiosos
de Europa.
La Significant
Cementeries promueve
el turismo por 179 cementerios de 22 países europeos que destacan
por su trascendencia histórica así como por el valor del patrimonio
artístico que albergan. Otra iniciativa es la Ruta Europea de
Cementerios calificada de interés cultural por el Consejo de Europa
y que reúne un total de 63 camposantos ubicados en 50 ciudades.
De París a Viena, de La Habana a Japón
Una
visita a París
debe incluir un paseo por el maravilloso cementerio de Montmartre,
poblado de arces, tilos y castaños, donde están enterrados Stendhal
o el bailarín ruso Nijinsky, entre otras muchas célebres
personalidades. O por el de Pere Lachaise, tan grande que es como un
gran parque y en cuyos mausoleos descansan Chopin,
Isadora Duncan, Delacroix, Molière, Modigliani, Pissarro, Edith
Piaff, Jim Morrison…la
lista es casi interminable.
Cada
capital europea tiene como mínimo un camposanto memorable, como los
cementerios judíos de Kasimierz en Cracovia, o el de Praga,
en el barrio de Josejov, ambos testimonios de los horrores de la
Historia. También el de Greyfriars en Edimburgo,
repleto de leyendas que quitan el sueño y el de Nunhead en el sur de
Londres,
conocido como uno de los siete grandes cementerios victorianos.
Sin
embargo, éstos son solo una pequeña muestra de lo que nos pueden
ofrecer este tipo de recorridos, ya que más
allá de Europa se esconden por todo el mundo otros camposantos que
merecen una visita.
El Tokio
encontramos el Sengaku-ji, cuya leyenda desvela una pequeña porción
de historia japonesa, y en La
Habana
se puede visitar el cementerio de Colón, donde la alegría de esta
ciudad caribeña también sabe encontrar sus rincones para recordar
aquellos que ya no están. En definitiva, un rosario de imágenes y
tipologías que constituye otra manera de acercarse a la cultura e
historia de cada destino.
Cementerio de Colón, La Habana
En
La
Habana hay
alrededor de 21 cementerios, pero el de Colón, situado en el barrio
del Vedado, es
el mayor de ellos donde se entierra a 8 de cada 10 habaneros que
fallecen.
Tras cruzar la impresionante puerta de entrada de estilo bizantino,
el visitante penetra en una especie de pequeña ciudad de calles
amplias pobladas por 56.000 mausoleos aproximadamente. A través de
algunos de ellos, aunque también en las tumbas más humildes, se
pueden conocer algunas de las historias que mejor definen a los
habitantes de La Habana, como Alberto Yarini, Eugenio Casimiro o
Amelia Goyri.
Cementerio alegre, Sapantza (Rumanía)
El
colorido arte del cementerio de Sapantza resulta sorprendente, y por
ello se ha convertido en uno de los más peculiares del mundo. En las
lápidas de los fallecidos, además del nombre y la fecha de
defunción, figura también un epitafio y un dibujo que cuenta algún
hecho característico de sus vidas, una idea que surgió de un
artesano local tras la Segunda
Guerra Mundial
y que ya se ha convertido en una tradición.
Cementerio judío de Praga
En
el barrio de Josejov de la capital checa se esconde este
pequeño cementerio de una hectárea de superficie en el que hay
enterrados unos 100.000 judíos con un total de 12.000 lápidas.
Una de sus particularidades que más destaca es la cantidad de
lápidas acumuladas, ya que debido a la costumbre judía que no
permite eliminar antiguas tumbas a lo largo del tiempo se ha ido
enterrando a los nuevo difuntos sobre de los anteriores.
Cementerio Azael Franco, Tulcan (Ecuador)
Las
tumbas blancas de este cementerio ecuatoriano contrastan con el
profundo verde de los cipreses moldeados que las envuelven y las
protegen del viento. El
árbol funerario por excelencia, toma un nuevo protagonismo en este
camposanto de la mano de Azael Franco.
Desde 1936 han emergido de las tijeras de este hábil jardinero
innumerables figuras de animales, dioses incas y mayas y figuras
egipcias, griegas y romanas que han otorgado a los cipreses, siempre
asociados al dolor de la muerte, un renovado papel de decoración.
Cementerio de Greyfriars, Edimburgo
Muy
a menudo y debido al clima escocés, las nubes grises acechan el
cielo de Edimburgo.
Cuando se da esta circunstancia, parece todavía más apetecible
acercarse a conocer el cementerio de Greyfriars, en el que se
organizan vistas guiadas y donde casi cada una de sus sepulturas
esconde bajo tierra una leyenda. Uno
de sus símbolos más conocidos es un pequeño y fiel perro, Bobby,
que lloró la muerte de su dueño durante años.
Sin embargo, también sobrevuelan el cementerio otras presencias
menos amigables como la de Bloody Mackenzie (el sanguinario
Mackenzie), conocido por su terrible fama de torturador cuya tumba es
conocida como el Black Mausoleum (Mausoleo negro).
Old Burying Point Cementery, Salem (EEUU)
La
ciudad de Salem es tristemente célebre por un trágico episodio
histórico ocurrido en 1692 que protagoniza Las
brujas de Salem,
de Arthur Miller. Dos niñas habían sufrido extraños ataques de
convulsiones que pronto fueron atribuidos a actos de brujería. Con
la ayuda del juez local John Hawthorne que vio una oportunidad de
imponer el poder eclesiástico, cundió
el pánico entre los habitantes y las acusaciones entre vecinos y
amigos terminaron con 141 personas juzgadas.
El proceso se saldó con 20 sentencias de muerte. En el cementerio de
la población se pueden ver las tumbas de algunas de sus víctimas,
como Giles Corey o Mary Parker.
La isla de las muñecas, Xoxhimilco (México)
Una
siniestra visión de muñecas calvas, sin brazos, con los ojos vacíos
o desnudas y sucias reciben al visitante en la isla de las muñecas,
situada entre los canales de Xochimilco, México.
El origen de este peculiar camposanto es confuso: se
dice que una joven –o una niña– murió ahogada en las aguas del
río y el propietario del terreno empezó a dejar muñecas para que
hicieran compañía al alma de la fallecida,
aunque este hecho nunca se ha podido comprobar. Tras una visita por
los canales de Xoxhimilco para admirar las tradicionales barcas
adornadas con flores de colores, las imágenes de la isla de las
muñecas no dejaran indiferente a nadie.
Cementerio de Sengaku-ji, Tokio
La
leyenda de los 47 Ronin,
uno de los mitos más famosos de la cultura japonesa, llena de una
aura de misterio el cementerio tokiota de Sengaku-ji. La historia
cuenta que, durante el periodo Edo, un daimyo
(señor feudal) agredió a un miembro del gobierno y se vio obligado
a cometer seppuku
(un ritual de suicidio). Los vasallos decidieron vengar la muerte de
su señor, y tras llevarla a cabo los 47 ronin
(samuráis sin señor) también debieron enfrentarse al seppuku.
Admirados
por su lealtad y valentía, su historia se extendió por todo el
país, convirtiéndose en un símbolo de la tradición japonesa.
Père-Lachaise, París
Con
un tamaño mucho más grande que el de Montmartre, el Cementerio de
Père-Lachaise debe su nombre al padre François d'Aix de La Chaise,
confesor de Luis XIV de Francia. Tiene una gran cantidad de espacios
verdes y alberga una gran cantidad de tumbas de personalidades
francesas como Pierre Bourdieu, Jim Morrison, Oscar Wilde, Honoré
Balzac, Fédéric Chopin, Maria Callas, Delacroix, Jaques-Luis David,
Gerda Taro, Proust y un largo etcétera.
Cementerio de perros, Asnières-sur-Seine (Francia)
Cuando
en 1899 las autoridades francesas aprobaron una nueva ley según la
cual los cuerpos de las mascotas fallecidas no podían ser enterrados
en cualquier lugar ni abandonados, se creó el Cimetière
des Chiens
(Cementerio de Perros). Esta iniciativa liderada por la periodista
Marguerite Durand fue un éxito y actualmente cuenta
con las tumbas de 40.000 animales; perros y gatos, pero también
gallinas, monos, cerdos, caballos, etc.
Algunas de las mascotas difuntas, además de guardar seguramente una
profunda historia de amor, son también célebres, como el perro Rin
Tin Tin o el gato de Alexandre Dumas.
Friedhof Grunewald-Forst, Berlín
Al
sur de la ciudad de Berlín
y durante el siglo XIX, las personas que querían quitarse la vida en
muchas ocasiones decidían lanzarse al río Havel. El problema era
que muchos de los cadáveres se quedaban varados en los meandros del
río y, debido a que no
podían ser enterrados en un cementerio cristiano por su pecado,
se convirtieron en un problema para las autoridades. Éstas
encontraron la solución en el bosque de Grunewald, el cual acabaría
convirtiéndose en el cementerio de los suicidas.
Cementerio de Montmartre, París
Inaugurado
en 1825, el también conocido como el Cementerio del Norte es el
tercero más grande de París.
Su cercanía a la iglesia del Sacré Coeur (Sagrado Corazón) y la
abundancia de árboles y vegetación que rodea los nichos lo
convierten en un lugar ideal para pasear. Además, una visita a este
camposanto ofrece la oportunidad de rendir un pequeño homenaje a
alguno de los personajes célebres que tienen en él su sepultura.
Gustave Moureau, Emile Zola, Edgar Degas, Alexandre Dumas o Dalida
entre muchos otros.
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