A
algunos personajes históricos les llegó su hora de una manera un
tanto peculiar. ¿De quién hablamos?
Atila
El
rey de los hunos estaba en su momento álgido. Acababa de llegar a un
acuerdo con el Papa León I y planeaba su mayor conquista: Roma. En
el año 453, se casó con su duodécima esposa, Ilico, una bella y
joven muchacha germana. El esfuerzo de la noche de bodas pudo con él,
y apareció muerto a causa de una hemorragia nasal.
Papa León VII
Antes
de llegar a Sumo Pontífice llevaba una sencilla vida como monje
benedictino, pero pereció el 13 de julio de 939 de un infarto
mientras mantenía relaciones sexuales.
Félix Faure
Fue
nombrado presidente de la República Francesa en 1895, pero su
mandato fue interrumpido por la muerte. El 16 de febrero de 1899
expiró con los pantalones bajados mientras una prostituta besaba
apasionadamente su miembro. Se dice que la meretriz sufrió un
desmayo del que tardó en reponerse.
Nelson Rockefeller
El
multimillonario estadounidense murió el 26 de enero de 1979 a causa
de un infarto. Se dijo que había fallecido en su oficina de
Manhattan, pero los medios de comunicación dieron por hecho que
había dado su último suspiro en su casa de Maine, mientras hacía
el amor con su secretaria Megan Marshak. Él tenía 71 años y
abundante sobrepeso. Ella, 45. Según esta versión, había tenido
que luchar por quitárselo de encima antes de llamar a una ambulancia
y por eso, cuando llegaron los servicios sanitarios, ya era tarde
para reanimarlo.
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