¿Por
qué cuando algo nos da miedo abrimos los ojos y la boca y dilatamos
las alas de la nariz? Según un estudio de la Universidad de Toronto,
estos gestos faciales son universales y cumplen una importante
función: agudizar nuestros sentidos.
En
un artículo publicado hoy en la revista Nature
Neuroscience,
el investigador canadiense Joshua Susskind explica que, cuando
sentimos miedo,
los movimientos de nuestro rostro nos permiten ampliar
el campo de visión
y mover
los ojos más rápido,
así como detectar objetos alejados que no apreciaríamos en una
situación normal. Además, Susskind ha demostrado que los gestos de
terror y de sorpresa aumentan
el volumen de aire que inspiramos
gracias a un ensanchamiento de los conductos nasales.
Por
el contrario, cuando la persona detecta algo que considera
repugnante,
los ojos se cierran, la boca se contrae en una mueca y se reduce el
volumen nasal, todo ello con el fin de reducir
la percepción desagradable
que tenemos del mundo exterior. En otras palabras, nuestra "cara
de miedo" aumenta la cantidad información que reciben nuestros
sentidos, mientras que la respuesta facial al asco la disminuye. Y
esos gestos, según ha comprobado Susskind, son universales.
Los
resultados del nuevo estudio apoyan la hipótesis de Charles Darwin,
quien sugería que los gestos no son configuraciones arbitrarias para
la comunicación social, sino que se originaron para regular
la relación entre los sentidos y el mundo físico.
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