Escritora, pintora y política española. El origen alemán de su apellido provocó que, en muchas ocasiones, esta mujer extraordinaria fuera tomada por extranjera en su propio país. Era hermana de otra artista e intelectual de la época, la actriz y escritora Carmen Eva Nelken.
Libre,
inteligente, feminista, socialista y más tarde comunista cambió su
pasión y talento por el arte para dedicarse de lleno a la vida
política. Fue la única mujer que tuvo escaño de diputada en las
tres legislaturas de la II República. Decidió sobre su vida
personal y su maternidad, en una época en la que incluso las
feministas llegaron a escandalizarse de su actitud
en defensa de la libertad y la emancipación de la mujer.
Su
afición a la pintura y la música se manifestó muy
precozmente, sobre todo en el caso de la primera actividad citada,
que cultivó con brillantez y entusiasmo desde la niñez. Así, a los
quince años de edad ya había escrito artículos de arte, y desde
los dieciocho hasta los veinte protagonizó importantes exposiciones
tanto en España como en el extranjero. Pero ciertas dolencias
visuales le impidieron seguir manejando los pinceles. Entretanto,
comenzó a desarrollar una incipiente carrera
literaria. Con tan solo quince años publicó su primer
artículo en la prensa inglesa (en la revista The Studio), y
enseguida pasó a colaborar con diversos medios de comunicación
españoles. El primero en que publicó sus trabajos fue la revista La
Ilustración Española y Americana, por aquel entonces dirigida por
el brillante escritor gallego Wenceslao Fernández Flórez.
Mostró
interés por asuntos concernientes a los grupos sociales menos
favorecidos. Su compromiso con la defensa y
promoción de la mujer dio lugar a numerosos artículos sobre
el tema, y al ensayo titulado La condición social de la mujer en
España (1919), que dio a la imprenta cuando sólo tenía
veinticinco años de edad. Al mismo tiempo, su lucha en favor de la
infancia la impulsó a fundar un centro de atención para los hijos
de las madres trabajadoras, al que llamó "La Casa de los Niños
de España", institución que enseguida se vino abajo por el
enojo que causó entre las clases más favorecidas.
El
compromiso socio-político que daba sentido a su vida llevó a
Margarita Nelken a formalizar su militancia en el Partido Socialista,
en cuyas listas se presentó a las elecciones generales como
candidata por la provincia de Badajoz. No sólo salió elegida, sino
que pudo alardear de ser la única mujer que ocupó un escaño de
diputada en las tres legislaturas de la República. Posteriormente,
su propio espíritu combativo e inconformista -aliado con las
dramáticas circunstancias provocadas por el fascismo insurrecto- la
empujaron hacia posturas más radicales, que, en 1937, acabaron por
conducirla a las filas de Partido Comunista.
Desde
esta nueva militancia, en el fragor de la contienda fratricida
desplegó una incesante actividad en favor del legítimo gobierno
republicano, tanto en acciones de naturaleza
intelectual (intervino en el Congreso Internacional de
Escritores Antifascistas), como en servicios de
índole humanitaria (contribuyó, por ejemplo, a enviar al
extranjero a muchos niños cuya vida corría un serio peligro).
Acabada
la guerra, hubo de partir al exilio. A partir de entonces, su
vida se convirtió en una larga peregrinación a través de los
diversos países que podían darle acogida: primero se instaló en
Francia, luego en Rusia (donde perdió la vida un hijo suyo, alistado
como oficial del ejército soviético en la II Guerra Mundial) y, por
último, en México, en donde retomó su pasión
por la pintura y la literatura y cultivó ambas materias hasta
que la muerte vino a sorprenderla en 1968. Su producción en estos
campos dejó una larga y fecunda estela de artículos y ensayos,
entre los que es obligado destacar Glosario (1917), Carlos
Mérida (1961), Ignacio Asúnsolo (1962) y Un mundo
eterno. La pintura de Lucinda Urrusti (que vio la luz, póstumo,
en 1976).
Entre
su obra ensayística de contenido socio-político sobresalen Las
escritoras españolas (1930), Maternología y puericultura,
Las mujeres ante las Cortes Constituyentes (1931), Por qué
hicimos la revolución (1936), Tres tipos de vírgenes
(1942), Primer Frente (1944) y Las torres del Kremlin.
Su vocación literaria se orientó siempre hacia la vertiente
narrativa, en la que germinaron varias novelas breves como La
aventura de Roma (1923), que fue publicada en la colección "La
Novela de Hoy", dirigida por Artemio Precios; y Mi suicidio
(1924), Una historia de adulterio (1924) y El viaje a París
(1925), que aparecieron en otra famosa colección de narrativa breve,
llamada "La Novela corta". Además, fue autora de una
novela larga titulada La trampa del arenal (1923).
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