Federico
II “El Grande” de Prusia (1712-1786) fue uno de los máximos
representantes del Despotismo Ilustrado del siglo XVIII destacando
en sus campañas militares por su capacidad y visión, táctica y
estrategia. Se le considera uno de los mayores genios militares de
toda la Historia, comparándole incluso con Julio César, Napoleón
o Alejandro Magno.
Sus innovadores maniobras en el campo de batalla y la reorganización
del ejército prusiano fueron cruciales en sus victorias, destacando
la de la Guerra de los Siete Años que él inició al invadir en el
año 1756 el Electorado de Sajonia. Sin embargo, los avances en
medicina de la época no le causaban simpatía e incluso era
reticente a ellos. Un día, en 1780, preguntó a su médico, el Dr.
Johann Georg Zimmermann:
- Decidme, sinceramente, doctor ¿de cuántos pacientes lleva su muerte en la conciencia?”.
A
lo que el médico contestó:
- De unos trescientos mil menos que Vos, Majestad.
Su
amistad con su médico personal, Filipo de Acarnania, era fraternal y
se originó durante la infancia de ambos. En una ocasión Alejandro
enfermó e hizo llamar al galeno. Mientras lo traían uno de sus
generales le alcanzó una nota advirtiéndole de que Filipo se había
vendido al enemigo y, probablemente, aprovecharía para envenenarle.
Cuando llegó, le preparó un brebaje y seguidamente se lo bebió.
Fue entonces cuando Alejandro Magno le dio la nota de su general al
médico quien la leyó quedando impresionado. Después, Alejandro
dijo con palabras sinceras de amistad: “Prefiero
morir a desconfiar de mis amigos”.
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