Hasta la llegada a la mesa del tenedor en el siglo XVII existía la costumbre de utilizar cuencos o recipientes llenos de agua a la que en ocasiones se echaban flores, distintos tipos de hierbas o esencias para aromatizarla. El uso de este recipiente ya era comun entre los griegos y romanos para lavarse las manos entre plato ya que en esa época la mayoría de los alimentos se comían con las manos.
La costumbre era que fueran los criados los que situaran los recipientes entre plato y plato pero con el paso de los años esto se situaron en la mesa.
En España a esos recipientes se les llamó aguamanil. El Aguamanil también se utiliza en la Misa para que el sacerdote se lave las manos.
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