Este
fenómeno podría deberse al efecto del frío en el riego sanguíneo
de estas terminaciones endurecidas.
Sí,
es verdad que el ritmo de crecimiento –1,5 milímetros al mes como
media en las uñas
de
los pies y 3 mm en las de las manos– desciende
ligeramente durante los meses más fríos del año,
aunque no se sabe a ciencia cierta por qué ocurre.
Probablemente
tenga que ver con la menor exposición al sol, un factor que, desde
luego, afecta al cabello: la disminución del calor ralentiza la
circulación de la sangre y las raíces capilares producen menos
queratina, proteína
fibrosa que forma tanto el pelo como las uñas.
Es igual que cuando dejamos de regar una planta.
Las
duras terminaciones de los dedos pueden crecer más o menos por otras
circunstancias. Así, los
niños y las mujeres embarazadas
tienen
que cortárselas más a menudo,
y también salen más rápido las de nuestra mano dominante.
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