El
reino vegetal ha inventado una amplia gama de estrategias para
combatir los rigores del invierno. Con la bajada del termómetro,
muchas plantas ralentizan o paran su actividad, e incluso desaparecen
sus órganos aéreos y se
aletargan.
No
obstante, hay especies adaptadas al frío, caso de las que viven en
las montañas y regiones boreales, que, aparte de las citadas
adaptaciones, se
cubren de pelos
–como el edelweiss–, presentan cubiertas duras y cereas en sus
hojas –como el rododendro–, adoptan forma
de almohadilla
–como
las llamadas plantas-piedra– o viven
bajo tierra
o
a ras del suelo. Muchas de estas plantas bulbosas necesitan
temperaturas invernales bajas para florecer en primavera. Sin ir más
lejos, esto es lo que le ocurre al tulipán y al croco.
Las
plantas que colonizan las regiones más gélidas fabrican
productos anticongelantes,
como determinados alcoholes y azúcares, para impedir que se hielen
los líquidos intracelulares, lo que ocasionaría una muerte segura.
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