El
turismo nuclear, de moda.
Si
estás cansado del turismo convencional y te gustan las emociones
fuertes, esta propuesta te interesa. Chernóbil, cuyo reactor nuclear
sufrió una grave explosión en 1986 que propagó su radiactividad
por toda Europa, se ha convertido en un destino turístico.
Algunas
empresas privadas organizan el viaje y ofrecen visitas guiadas (hay
que seguir el recorrido “oficial” y no salirse del grupo) por
entre 100 euros y 375 euros, dependiendo del número de integrantes
que se consiga.
Sus
responsables ofrecen entre otras cuestiones una visita a la planta
nuclear, incluido los restos del reactor número cuatro que desde
2016 está cubierto por una gran cúpula de metal con forma de arco
de 108 metros de altura. La comida se hace en el único restaurante
de la ciudad, se pasa por el punto de control de Dytyatky y se hace
una medición de la radiación.
La
planta siguió produciendo energía hasta el año 2000 y todavía
mantiene una plantilla de 2.500 personas. Desde el desastre, que de
forma permanente ha provocado el desplazamiento de más de 300.000
personas, se mantuvo una zona de exclusión de 30 millas cerrada al
público. Pero ya no es así y ahora también se puede entrar.
Particularmente
macabra es la visita a Prypyat, una ciudad que llegó a contar con
50.000 habitantes. Ahora es un pueblo fantasma donde incluso los
libros todavía permanecen en los pupitres de la escuela.
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