La
Semana Santa también tiene sus platos y costumbres en distintas
regiones de España. Desde el ajo
arriero hasta
la tradicional Mona de Pascua en el levante, que se come para
celebrar el fin de la abstinencia de Cuaresma. ¿Pero cómo se
celebran estas fechas fuera de nuestras fronteras? Hay dos
tradiciones bastante extendidas, la de los huevos de Pascua y la del
Conejo de Pascua.
La
primera se remonta a los egipcios, quienes tenían tradición de
regalar huevos pintados durante estas fechas. Y de la tradición se
pasó al pragmatismo, concretamente a regalar el excedente de huevos
acumulado durante la ayuna de Cuaresma. Y, finalmente, en la Francia
del Rey Luis XIV surgió la costumbre de preparar huevos de chocolate
decorados para estas fechas, mucho más refinado que el huevo de
gallina, claro.
El
conejo de Pascua, en cambio, es un personaje
de la mitología infantil germana
que pervive hasta hoy y se ha ido extendiendo con el paso del tiempo.
Según cuenta la leyenda, había un conejo en la cueva dónde se
produjo la resurrección de Jesús y fue el encargado de comunicar a
todos los niños la buena nueva, aunque también está muy
relacionado con las fiestas primaverales relacionadas con la
fertilidad.
El
por qué un conejo es un gran misterio, pero las teorías apuntan a
que se debe a su capacidad de procreación. El huevo ha sido un
símbolo de fertilidad, y el conejo empezaba a tener las camadas en
primavera, después del invierno. Poco a poco se fueron relacionando
ambos conceptos hasta nuestros días. Respecto al chocolate, fueron
los pasteleros alemanes, allá por el siglo XIX, los primeros en
empezar a hacer figuras suyas.
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