Wilhelm Konrad von Röentgen (1845–1923): físico alemán. Sus investigaciones, al margen de su célebre descubrimiento de los rayos X, por el que en 1901 obtuvo el primer Premio Nobel de Física que se concedió, se centraron en diversos campos de la física, como los de la elasticidad, los fenómenos capilares, la absorción del calor y los calores específicos de los gases, y la conducción del calor en los cristales y la piezoelectricidad.
En
1895, mientras se hallaba experimentando con corrientes eléctricas
en el seno de un tubo de rayos catódicos –tubo de cristal en el
que se ha practicado previamente el vacío– observó que una
muestra de platinocianuro de bario colocada cerca del tubo emite luz
cuando éste se encuentra en funcionamiento. Para explicar tal
fenómeno argumentó que, cuando los rayos catódicos (electrones)
impactan con el cristal del tubo, se forma algún tipo de radiación
desconocida capaz de desplazarse hasta el producto químico y
provocar en él la luminiscencia. Posteriores investigaciones
revelaron que el papel, la madera y el aluminio, entre otros
materiales, son transparentes a esta forma de radiación; descubrió
además que esta radiación velaba las placas fotográficas.
El
físico alemán logró determinar que los rayos se propagaban en
línea recta, y también demostrar que eran de alta energía, pues
ionizaban el aire y no se desviaban por los campos eléctricos y
magnéticos. Al no presentar ninguna de las propiedades comunes de la
luz, como la reflexión y la refracción, W. C. Roentgen pensó
erróneamente que estos rayos no estaban relacionados con ella. En
razón, pues, de su extraña naturaleza, denominó a este tipo de
radiación rayos X.
Roentgen
intuyó inmediatamente la posibilidad de la aplicación del
descubrimiento al campo de la Medicina, y llevó a cabo él mismo la
primera observación radiográfica de los huesos. El 28 de diciembre
de 1895, Roentgen hizo llegar a una revista científica y a los
principales físicos de Europa un documento en el que detallaba su
descubrimiento, acompañado de una radiografía de su propia mano.
Entre los científicos que recibieron la comunicación se encontraba
Poincaré, quien, el 24 de enero de 1896, lo mostró en la reunión
semanal de la Académie des Sciences de París, y sugirió a su
colega y amigo Antoine-Henri
Becquerel,
que estaba trabajando en las propiedades de las sales de uranio y de
otras sustancias que manifestaban fluorescencia, que si los rayos X
podían causar fluorescencia, tal vez algunas sustancias
fluorescentes pudiesen emitir rayos X.
El
descubrimiento de los rayos X supuso una revolución en los campos de
la física y la medicina, y buena parte del mundo científico se
volcó en su estudio. Su descubrimiento hizo que la radiología fuera
contemplada como una rama de la ciencia y señaló el comienzo de la
era de la electrónica, además de proveer a la medicina de un nuevo
método de diagnóstico.
Por
otra parte, los bulos acerca de las extraordinarias propiedades de
los rayos X tuvieron un gran impacto social. Algunos ignorantes
detractores intentaron vetarlos (decían que con ellos era posible
ver a las mujeres desnudas), y los mercachifles se aprovecharon del
desconocimiento general, al extremo de que varios fabricantes de ropa
interior se enriquecieron notablemente vendiendo prendas anti-rayos
X. El absurdo llegó hasta los legisladores; en el estado de Nueva
Jersey se prohibió instalar rayos X en los gemelos de teatro para
salvaguardar la intimidad de las coristas.
El
inventor e industrial norteamericano Thomas
Edison,
enterado de la existencia del descubrimiento, se puso en contacto con
el sabio alemán, insistiendo para comprarle la patente de los rayos
X, a lo que Roentgen se negó rotundamente, pues consideraba los
beneficios de su invento patrimonio de la humanidad. Aunque se
resignó a no conseguir a la patente, Edison instaló en la
Exposición Eléctrica de Nueva York de 1896 una atracción en la que
por unas monedas se podía meter la mano frente a un aparato de rayos
X que proyectaba los huesos sobre una pantalla fluorescente. El
encargado de la atracción, después de unas semanas de trabajo,
perdió la piel de la mano por quemaduras profundas y falleció a
causa de la subsiguiente infección; fue la primera víctima de la
historia de la radiación.
Por
su descubrimiento fue galardonado en 1901
con el primer Premio
Nobel de Física,
concedido
oficialmente «en reconocimiento de los extraordinarios servicios que
ha brindado para el descubrimiento de los notables rayos que llevan
su nombre». Röntgen donó la recompensa monetaria a su universidad.
De la misma forma que Pierre
Curie
haría varios años más tarde, rechazó registrar cualquier patente
relacionada a su descubrimiento por razones éticas. Tampoco quiso
que los rayos llevaran su nombre, sin embargo en alemán los rayos X
se siguen conociendo como Röntgenstrahlen
(rayos Röntgen). La Universidad de Wurzburgo le otorgó el grado
honorario de Doctor en Medicina. También en su honor recibe tal
nombre la unidad de medida de la exposición a la radiación,
establecida en 1928.
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