Importancia
y características principales.
Con
el término “villa” se podía hacer referencia no solamente a las
lujosas casas de campo sino también a las modestas construcciones
que estaban al servicio de las labores agrícolas.
Las
características de cada villa dependían de la situación económica
de su propietario, habiendo una gran variedad de tipos en relación a
su tamaño, distribución o situación geográfica.
La
villa comprendía no solamente la vivienda de su propietario, sino
que también incluía todas aquellas instalaciones destinadas a la
explotación de la propiedad y los lugares para almacenar su
producción.
En
muchas ocasiones, estas villas eran los lugares de descanso y recreo
de la élite romana. En sus propiedades rurales solían establecerse
ciertas temporadas al año y así huir de la vida urbana.
La
red de calzadas favoreció la proliferación de estas casas de campo
a lo largo de toda la campiña romana. Estos caminos facilitarían la
comunicación y el transporte de los productos agrícolas que eran
destinados a los mercados de las ciudades.
Algunas
de ellas se convirtieron en auténticas casas de recreo que se
ubicaban en las montañas pero también hay ejemplos de villas que se
situaban en la costa con vistas al mar. Muchas de las villas más
impresionantes se localizaban en torno a la Campania y al golfo de
Nápoles.
Sabemos
de la existencia de lujosas residencias, ricamente decoradas, a las
que se retiraron algunos emperadores, intelectuales y personajes
destacados de la aristocracia romana huyendo de la vida pública y de
las incomodidades de las ciudades.
Normalmente,
las villas estaban orientadas a la comercialización de su producción
por lo que, como una explotación agraria que era, tuvieron una
enorme difusión en el mundo romano. La mano de obra podía ser
esclava pero también había individuos libres o colonos que se
encargaron de la explotación de pequeñas parcelas en las que solían
estar divididas estas explotaciones.
A
menudo, los productos cultivados eran los cereales, el vino o el
aceite. A su vez, se constata el cultivo de verduras, hortalizas y
árboles frutales. La cantidad de las cosechas recogidas en estas
villas dependerían de diferentes factores como la fertilidad del
suelo, el tamaño de la explotación, las condiciones meteorológicas,
etc.
Al
mismo tiempo, se criaban animales domésticos como las gallinas, los
pavos, las palomas o los gansos entre otros. Junto a ello, se sacaba
el máximo rendimiento al ganado ovino, equino, bovino y porcino.
Algunas de estas explotaciones agrarias se convirtieron en verdaderos
centros económicos autosuficientes y, tras satisfacer las
necesidades de los individuos que vivían en ellas, se
comercializaría con el excedente de la producción.
Las
villas se dividían en varias partes en relación a sus funciones
residenciales o productivas (urbana, rústica y fructuaria). La
vivienda del propietario (pars
urbana)
era considerada la parte noble de la propiedad. Solía ubicarse en un
lugar saludable, seguro y útil. Desde allí el propietario dirigía
y supervisaba personalmente la explotación agraria en los periodos
en los que se retiraba al campo.
La
casa se encontraba en un lugar elevado y contaba con una fuente de
aprovisionamiento de agua. Estas casas de campo reproducían el
esquema básico de la
domus
aunque
con algunas diferencias adecuándose a los condicionamientos
rústicos. Así, esta vivienda rural estará organizada también en
torno a un atrio y un peristilo, aunque con variantes:
“En la ciudad los atrios suelen estar junto a las puertas, pero en el campo, entre los hechos a imitación de la ciudad, primero están los peristilos y sólo después unos atrios rodeados de pórticos pavimentados que dan a las palestras y a los paseos” (Vitruvio, VI, 5, 3).
Alrededor
de estos patios se distribuyen las diferentes estancias: los
dormitorios (cubicula), el comedor (triclinium), el
despacho (tablinium), etc. Poco a poco, estas villas van
adoptando algunos aspectos del confort urbano y se construirán
habitaciones para el invierno y otras para el verano. Junto a ello,
será frecuente la construcción de termas y paseos porticados
adornados con bellas esculturas o fuentes, terrazas con vistas
panorámicas, pabellones, jardines florales y estanques con peces.
Como
ya hemos indicado, la complejidad de estas viviendas dependerá de la
riqueza de su dueño.
La
pars rustica estaba formada por todos aquellos edificios
destinados a ser el lugar de vivienda de la mano de obra esclava
junto con los establos o cuadras para los animales. Al mismo tiempo,
allí se guardaban todas las herramientas e instrumentos de trabajo
utilizados en las labores agrícolas. En esta parte de la villa
solían residir tanto el capataz (uilicus) como el
administrador de la propiedad (procurador). Las instalaciones
que comprendían esta pars estaban organizadas en torno a un
patio central. Entre ellas estarían los dormitorios de los esclavos
y trabajadores, las cocinas, comedores, hornos, etc.
En
la pars frumentaria se realizaban todas aquellas tareas
vinculadas con la elaboración, conservación y almacenaje de la
producción agrícola. Las bodegas, almacenes y graneros para guardar
la producción se encontraban en este lugar. También habría que
añadir aquí a las prensas y los lagares. Muy cercanos a estos
edificios solían estar los huertos de hortalizas y frutales, y más
alejados se encontrarían los cultivos de la viña, del olivo, los
campos frumentarios y los prados.
Ejemplos
de villas los podemos encontrar en la región que rodea a Pompeya.
Una de ellas es la conocida como “Villa Regina”, cercana a
Boscoreale, excavada a finales de los setenta del siglo pasado. Las
estancias se encuentran distribuidas alrededor de un patio cuyo
centro está ocupado por 18 dolia utilizados para la
fermentación del vino. También hay un almacén y una prensa. Todo
apunta a que esta villa estaba especializada en el cultivo de la vid.
En cuanto a las estancias domésticas, algunas de ellas están
decoradas con pinturas murales.
En
Boscoreale se localizaría la “Villa Pisanella” que no se ha
conservado hasta nuestros días. Según la descripción de sus
excavadores, comprendía una parte en la que se situarían las
estancias domésticas y una granja agrícola. Entre estas estancias
destacan unos baños decorados con mosaicos. En el patio central
contaría con 72 dolia que pueden haber contenido vino, aceite
o grano. A su vez, la villa contaba con una prensa de aceite, una
sala para pisar uva, un establo y habitaciones para el servicio. Como
prueba de la riqueza de su propietario, en ella encontró una
fabulosa vajilla de plata con 109 objetos que, actualmente, se
conservan en el Museo del Louvre.
En
conclusión, los ricos propietarios buscaban en estas residencias
campestres un remanso de paz que les permitiese huir de sus
obligaciones públicas, del calor y de los ruidos de la ciudad. Vemos
como EL confort de algunas de estas villas hacía bastante agradable
las estancias de sus dueños en el campo. Por este motivo, algunas se
construyeron con todo tipo de detalles aunque también hay que
indicar que otras eran bastante modestas y todo dependía de
posibilidades económicas de sus propietarios. Además, no solamente
tenían la funcionalidad de residencia campestre sino que las villas
eran grandes centros de explotación agrícola muy importantes para
la economía romana.
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