El
latín en la publicidad, desde la Antigua Roma hasta nuestros días.
En
alguna ocasión nos hemos preguntado cuál fue el primer mensaje o
anuncio publicitario de la historia. Pues ocurrió en la antigua Roma
y, evidentemente, fue en latín.
Ya
sabemos de la peligrosidad de las calles de Roma y su escasa o nula
iluminación, poco más allá de alguna antorcha en determinados
lugares, obligaba a que todo aquel que se atreviese a deambular en la
noche fuese provisto de luz. Si los pobres tenían que apañárselas
con alguna vela o antorcha, los más pudientes podían permitirse
llevar un esclavo haciendo las veces de laternarius,
el que portaba la lámpara o farol (lucerna
o
laterna).
Las linternas eran de diferentes tamaños y fabricadas con diversos
materiales (barro, cobre…).
Pues
bien, el protagonista de esta historia, Asenio,
era un fabricante de lámparas de aceite del siglo II en la provincia
romana de Mauritania
Caesarensis (norte
de África) que tuvo la brillante idea de grabar en sus lámparas
algo así como “las
mejores lámparas labradas por Asenio“,
el
primer mensaje publicitario de la historia.
Y no le debió de ir nada mal, porque se han encontrado lámparas de
Asenio en varios puntos del Imperio romano.
Y
desde ese momento, el latín y el griego han estado muy vinculados
con las marcas comerciales y la publicidad. Existen varios motivos
para el uso
de las lenguas clásicas como parte del marketing de las firmas
comerciales. Por un
lado, el hecho de que el comprador no circunscribe el nombre del
producto a un país determinado, evitando posibles antipatías
territoriales, ya que las lenguas clásicas dan un carácter
universal y atemporal al artículo en cuestión. Por otro, son
lenguas eufónicas -suenan bien- que contienen vocablos breves y, a
la vez, llenos de contenido semántico para que el nombre se retenga
como reclamo publicitario y, sobre todo, aportan el prestigio de lo
clásico.
Algunos
ejemplos de hoy en día: en el mundo del deporte tenemos NIKE,
que toma su nombre y el logo de Niké,
la diosa
griega
de la victoria que podía correr y volar a gran velocidad; KAPPA,
el nombre de la décima letra del alfabeto griego; o ASICS,
acrónimo de la frase latina “Anima
Sana In Corpore Sano”
(Sátiras,
Juvenal).
También
en las droguerías podemos encontrar referencias clásicas como los
productos de limpieza AJAX
(el
héroe
de la mitología griega
que participó en la guerra de Troya luchando junto a Aquiles) o la
empresa de pinturas y barnices TITAN
(los
Titanes
en
la mitología griega eran los doce dioses que precedieron a Zeus), el
insecticida ORIÓN
(hijo
de Poseidón, de enorme tamaño y un consumado cazador) o incluso
DURALEX
(la
resistencia de las vajillas), que hace referencia a la expresión
latina “dura lex, sed lex” (la ley es dura, pero es la ley).
Aunque
es en el sector de la automoción donde parece que tienen verdadera
pasión por los clásicos. La marca alemana AUDI
toma
su nombre del imperativo del verbo audire
(oír).
Por tanto, audi significa “oye” ¿Y qué tiene que ver con un
coche? Nada, en este caso tiene que ver con el apellido del fundador
de la empresa: August
Horch.
No podía ponerle su nombre a la nueva compañía automovilística
porque ya se llamaba así la primera que fundó y no tenía los
derechos, así que lo que hizo fue traducir su apellido al latín
–horch
es
el imperativo del verbo alemán horchen
que
significa “oír”–. La marca italiana FIAT
con
sede en Turín resulta del acrónimo de Fabbrica Italiana Automobili
Torino pero que, casualmente, coincide con la tercera persona del
presente de subjuntivo del verbo fio
(hacer),
y significaría “hágase”. Y siguiendo en Italia, tenemos la ALFA
ROMEO (acrónimo
de Anonima Lombardo Fabbrica Automobili
más el apellido de Nicola
Romeo), cuyo nombre coincide con la primera letra del alfabeto
griego. La marca sueca VOLVO
toma
su nombre del verbo
latino
volvo
que
significa “hacer rodar”. La marca de coches rumana DACIA,
desde 1999 integrada en la francesa Renault, hace referencia a la
provincia del Imperio romano correspondiente a la actual Rumanía. En
otras ocasiones, no son las propias marcas automovilísticas sino los
modelos, como la marca checa SKODA,
que utiliza nombres romanos de mujer: Felicia,
Octavia
o
Fabia.
Aunque
son las compañías asiáticas las que más se decantan por el
recurso de apoyarse en el griego o el latín para sus diferentes
modelos: Kalos
(hermoso)
y Magnus
(grande)
de la surcoreana DAEWOO; Potentia
(fuerza)
y Clarus
(brillante,
ilustre) de la también surcoreana KIA; de la japonesa MITSUBISHI
tenemos el Carisma
(prestigio)
o el Nativa
(autóctono);
otros se centran en el tamaño, como Micra
(pequeño)
o Maxima
(el
más grande) de la nipona NISSAN; de TOYOTA el Prius
(primero,
el primer híbrido de producción masiva); el HONDA Odyssey
(Odisea
de Homero) o el Civic
(de
civicus,
relativo a la ciudad)… Hay muchos más, así que si os apetece
seguir buscando, pasaréis un buen rato y además refrescaréis
vuestro latín. Y para terminar este recorrido por las carreteras del
mundo, la marca española de camiones y autobuses PEGASO
que
toma su nombre y su logo del caballo
alado de la mitología griega.
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