La
Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo recoge en su
reglamento que las carreras deben realizarse con el bordillo interior
del carril a la izquierda, por lo que la marcha será contraria al
sentido horario.
A
finales del siglo
XIX,
las competiciones deportivas y las actividades al aire
libre
experimentaron un auge inusitado entre la población, sobre todo en
las clases medias y altas. En
Reino Unido,
uno de los lugares en los que está práctica tuvo más éxito, el
deporte rey fue el atletismo.
Aquellos deportes de competición en forma de carrera
de resistencia o de velocidad
se convirtieron en el gran pasatiempo de la época. A falta de un
órgano internacional que regulase el desarrollo de estas pruebas,
los
aficionados decidieron concretar sus propias normas.
En
el caso de las carreras, los atletas británicos optaron por seguir
las normas de circulación de su país,
que obligaban a circular por el carril izquierdo. Acordaron que la
primera calle sería la situada a la izquierda en el sentido de la
marcha, siendo este el opuesto
al movimiento de las agujas del reloj.
Cuando en 1912
se fundó la Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo
(IAAF),
se mantuvo la norma por la que los atletas corrían en el sentido
antihorario. Actualmente, el reglamento para la celebración y el
control de las pruebas de atletismo de la IAAF establece en su
artículo 163 lo siguiente: “La
dirección de la carrera se efectuará teniendo el bordillo de la
calle interior a la izquierda (…)”.
En ese mismo documento, en el artículo 213.3 se estipula que “el
sentido de la carrera se efectuará teniendo a la izquierda el
bordillo o línea interna (…)”.
Desde
la perspectiva histórica, las carreras
a pie y a caballo de la antigüedad se solían realizar en línea
recta, teniendo que rodear un poste al final de la pista y volver. La
creencia popular es que, durante una carrera de caballos, el
escritor Homero
advirtió a su hijo de que girase a la izquierda al rodear el poste
para ganar la carrera. Algunos estudios parecen señalar que en las
carreras
de cuadrigas,
como las que se celebraban en el Circo Máximo, el recorrido se
realizaba en sentido contrario a las agujas del reloj ya que los
caballos más fuertes se ataban en el lado izquierdo del carro, para
facilitar el giro.
Esta
norma del atletismo podría aplicarse a muchos otros ámbitos de la
vida cotidiana. Numerosos estudios parecen indicar que, en la mayoría
de los casos, el
ser humano tiende a desplazarse en el sentido contrario a las agujas
del reloj,
haciendo giros a la izquierda. El profesor Watanabe
Hitoshi
dedicó muchos años de estudio a analizar esta tendencia oculta,
llegando a señalar que incluso en situaciones en las que una
multitud anda de forma aleatoria, el 75%
de ellos siguen un sentido antihorario. O que cuando la gente se ve
perseguida, el 70%
siempre huye en dirección contraria a las agujas.
Estos
comportamientos siguen sin tener una explicación clara aunque se
suele relacionar con un instinto
natural
o algún tipo de explicación
antropológica.
Los principales motivos que se dan para explicar este comportamiento
son que la mayoría de personas son diestras,
por lo que tienen la pierna derecha más desarrollada que la
izquierda; o que el ser humano siempre tiende a desplazarse con su
lado izquierdo más protegido, ya que ahí es donde se encuentra el
corazón. En la naturaleza, el llamado efecto
‘giro a la izquierda’
se puede apreciar en situaciones como el vuelo de los pájaros o el
desplazamiento de los planetas.
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