Turrón y Mazapán son dos productos elaborados a base de almendras y
azúcares cuyo origen se remonta a siglos y siglos atrás. Se presume que
ya en la época griega se preparaba una pasta compuesta por frutos secos
(almendra principalmente) y mieles, la cual servía a los deportistas
griegos como producto energético para participar en las Olimpiadas.
Más recientemente, se han constatado
datos históricos que aseguran que el turrón ya existía en la villa de
Sexona (actual Jijona) en el siglo XVI. Los árabes fueron los que
introdujeron este dulce, y así lo reconoce el Consejo Regulador de las
Indicaciones Geográficas Protegidas del Turrón de Jijona y Alicante. A
pesar de todo, existen diferentes versiones acerca del origen del
turrón. Unas fuentes afirman que el turrón surgió tras un concurso
propuesto por los árabes en el que se trataba de buscar un alimento
nutritivo que se conservara en buenas condiciones durante una larga
estancia y que fuera transportado fácilmente por sus ejércitos sin
peligro de intoxicación. Otras fuentes, no obstante, afirman que el
turrón surgió gracias a la elaboración por parte de un artesano de
Barcelona, apellidado Turró, el cual realizó un alimento con materias
primas abundantes de la región que sería un recurso indispensable en
épocas de escasez y hambrunas. Los defensores de esta versión derivan en
que el nombre de turrón nace del apellido de dicho artesano. Ésta
versión, a pesar de su aparente sencillez, es la menos respaldada. El
carismático jijonenco, Fernando Galiana, quien dedicó muchos años de su
vida a estos estudios, establece que la palabra turrón procede de
torrat, que era una mezcla de miel y frutos secos que se cocía
directamente en el fuego para dar una masa consistente y fácil de
manejar. Existen más versiones, pero estas son las más expandidas.
La leyenda
En Jijona, existe incluso una leyenda que nos narra, a modo de cuento, cómo se originó el turrón:
“Por aquellos tiempos, el Rey contrajo matrimonio con una princesa
escandinava, por lo cual ésta tuvo que venir a estas tierras dejando
atrás su frío país de origen. La princesa se sintió muy triste al no
poder disfrutar de los bellos paisajes de su país llenos de nieves
perpétuas. El rey, desesperado por ver a la nueva reina decaída, para
evitar su tristeza, tuvo la idea de plantar por todos sus territorios,
alrededor del castillo, miles de almendros. De este modo, cuando los
almendros florecieron, sembraron el paisaje de tonalidades blancas, de
tal modo que todo parecía nevado, y la princesa volvió a recuperar su
felicidad. Los habitantes de Jijona, a partir de ese momento,
aprendieron a recoger los frutos de los almendros y a tratarlos,
elaborando así las primeras muestras de turrón y derivados. ”
Y así
acaba la leyenda... Hay otras ciudades como Toledo y Agramunt en las que
también se tienen referencias históricas de la elaboración de turrón y
mazapán, a pesar de que Jijona se erige como la ciudad del turrón y
documenta históricamente su origen. De todos es sabido que el consumo de
turrón prácticamente se reduce a las fechas navideñas. Respecto a este
tema, cabe destacar un libro de Francisco Martínez Montiño titulado
“CONDUCHOS DE NAVIDAD”, que data de 1584. Su autor era el jefe de
cocinas de Felipe II y en él se reflejaba ya la costumbre de comer
turrón en las fechas navideñas ya en el siglo XVI.
La mayoría de
fábricas de turrón centran su mayor producción en los meses previos a
Navidad (generalmente, desde Septiembre a Diciembre) para poder
abastecer a España y resto del mundo (Japón, EEUU, Cuba, Venezuela,
Argentina, Costa Rica, Francia, Alemania, etc.) del ansiado y esperado
dulce de Navidad. El resto del año muchas de ellas cierran sus puertas a
la vez que esperan el inicio de la nueva campaña.
Entre los
problemas principales que presenta este sector están el estancamiento
del mercado y la falta de mano de obra. Cabe destacar que a principios
de los 90 el sector sufrió una grave crisis que llevó a la quiebra a
grandes empresas punteras y puso en apuros a otras tantas, con el
consecuente despido de cientos de trabajadores y la desestabilización de
dicha economía. Actualmente, la situación ha mejorado y las cifras
indican un aumento en la producción y en los recursos. Ésta palpable
recuperación del mundo turronero ha aliviado a cientos de familias
jijonencas cuyo sustento dependía exclusivamente de la temporada del
turrón.
Venta de turrón en los portales de las casas
A lo
largo de mucho tiempo, sobre todo a finales del siglo XIX y principios
del XX, otras muchas familias jijonencas se fueron a vender turrón en
toda España (Madrid, Barcelona, Mahón, Málaga, Valencia, Oviedo, Bilbao,
Figueres, Badalona, Tarragona...) con las dificultades que ello suponía
para la época. Llegaban con los carritos cargados y trataban de vender
todas sus mercancías para volver a Jijona con el sustento ganado.
Conforme el negocio iba prosperando, era bastante típico montar las
tiendas en los portales de las casas céntricas de la ciudad. Hoy en día,
todavía existen negocios centenarios que han mantenido la tradición de
vender turrones y mazapanes en estos portalitos antiguos y casi
derruidos, e incluso obtienen mayores ventas en ellos que en nuevas
tiendas montadas a posteriori. Siguiendo con la tradición jijonenca, la
mayoría de estos negocios que inicialmente eran de turrón, han derivado
también en venta de helados, aunque al contrario también ha ocurrido. A
modo de anécdota podemos contar la historia del "tio Ostrolica",
turronero en Barcelona, quien apurado por el mal tiempo que llevó a que
la gente no saliera a la calle a comprar, decidió correr una aventura
para poder vender todo el turrón que le quedaba. Se dirigió hacia el
puerto y se embarcó con destino desconocido. Al cabo de unos meses
regresó a su Jijona natal, donde le aguardaba su família. Cuando le
preguntaron que dónde había estado, sólo supo responder lo que había
oido puesto que en este lugar no entendía lo que sus gentes decían: dijo
que había estado en Ostrólica o algo así. Definitivamente, había estado
en Australia, ni más ni menos.